lunes, 27 de marzo de 2017

Las chicas de campo

Irlanda. Años 50. Caithleen tiene catorce años y vive en una granja en un pequeño pueblecito. Hickey cuida de las vacas, prepara el desayuno y hace reír a Caithleen. Baba es su mejor amiga. Su única amiga. A veces la mangonea y la trata mal, pero también será su compañía y su refugio cuando no pueda volver a casa.
La madre de Caithleen es una mujer trabajadora que cuida de la casa y de la granja y que quiere que su hija estudie y tenga una oportunidad en la vida. Su padre se gasta cuanto tienen en las tabernas. A veces tarda varios días en volver. Ahí empieza la espera… Y el temor a que vuelva… Porque cuando vuelve lo paga con ellas.
Caithleen es una gran estudiante. Baba es hermosa, pero lo suyo no es la escuela. A Caithleen le han dado una beca para estudiar en un internado. Baba también irá: sus padres pueden pagárselo. Caithleen quiere volver a casa y contárselo a su madre. Pero ella ya no está. ¡Y él ha vuelto! Menos mal que ha ido Baba con ella. Delante de desconocidos finge ser un caballero…
Estos son los últimos días de la infancia de Caithleen. El fin de la inocencia. La muerte de su madre la dejará desamparada y tendrá que aprender a valerse por sí misma.
Edna O’Brien nos cuenta esta historia a través de la voz clara de Caithleen. Su estancia en el internado, el aprender a vivir lejos de casa y rodeada de chicas que no conoce; el descubrimiento del amor, su nueva vida en Dublín, su independencia, su primer trabajo, sus relaciones con los hombres, el desamor y la desilusión.
Este libro, escrito en primera persona, narra una vida corriente, la vida de una chica de campo en su transición a la edad adulta. La sencillez apabullante con la que está escrito obliga al lector a conectar su alma con la de la protagonista.
Aunque hoy en día la historia puede parecer sencilla, en su día no lo fue: ¡fue todo un escándalo! Mientras recibía muy buenas críticas en Inglaterra y Estados Unidos, el libro fue prohibido en la católica Irlanda y se dice que el párroco del pueblo de O’Brien compró los ejemplares que encontró y los quemó públicamente. 
Me ha gustado mucho.
SLHLT

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