miércoles, 18 de octubre de 2017

Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo.

Este libro, pequeño solo en tamaño, surgió como respuesta a una carta recibida por Chimamanda Ngozi Adichie. En ella, una amiga que acababa de ser madre de una niña le pedía consejo para educarla en el feminismo.
Por ello, y tras una seria reflexión, la autora estructuró su respuesta en quince consejos. Porque, desde luego, el feminismo comienza con la educación. Y sin ella estamos perdidos.
Aquí os dejo un extracto de sus recomendaciones:
1. Sé una persona plena. La maternidad es un don maravilloso, pero no te definas únicamente por ella. Sé una persona plena. Beneficiará a tu hija.
2. Hacedlo juntos. ¿Recuerdas que en primaria aprendimos que el verbo es una palabra de <<acción>>? Pues bien, un padre es tan verbo como una madre. Chudi debería hacer todo lo que la biología le permite, que es todo menos amamantar.
3. Enséñale a tu hija que los <<roles de género>> son una solemne tontería. No le digas nunca que debe hacer algo o dejar de hacerlo <<porque es una niña>>.
4. Ser feminista es como estar embarazada. Lo estás o no lo estás. O crees en la plena igualdad entre hombres y mujeres o no.
5. Enséñale el amor por los libros. La mejor manera de hacerlo es mediante el ejemplo. Si te ve leyendo, comprenderá que es valioso. Si no fuera a la escuela y solo leyera libros, posiblemente sabría más que un niño educado de manera convencional.
6. Enséñale a cuestionar el lenguaje. El lenguaje es el depositario de nuestros prejuicios, creencias y presunciones.
7. Jamás hables del matrimonio como un logro. […] Condicionamos a las niñas para que aspiren al matrimonio y no a los niños y, por lo tanto, ya desde el principio existe un desequilibrio terrible.
8. Enséñale a rechazar la obligación de gustar. Su trabajo no es ser deseable, su trabajo es realizarse plenamente en un ser sincero y consciente de la humanidad del resto de la gente.
9. Dale a Chizalum un sentido de identidad. Importa. […] Enséñale a aceptar las partes de la cultura igbo que son bellas y a rechazar las que no lo son.
10. Fíjate en cómo tratáis el tema de su apariencia.
11. Enséñale a cuestionarse el uso selectivo que hace nuestra cultura de la biología como <<razón>> para las normas sociales.
12. Háblale de sexo y empieza pronto. […] Con ella no finjas que el sexo es un mero acto controlado de reproducción. O un acto <<exclusivo del matrimonio>>, porque es mentira. Dile que el sexo puede ser algo bello y que, aparte de las consecuencias físicas evidentes, también puede tener consecuencias emocionales. Dile que su cuerpo le pertenece a ella y solo a ella, que nunca debería sentir la necesidad de decir <<sí>> a algo que no quiera o para lo que se sienta presionada. Enséñale que decir <<no>> cuando <<no>> le parece lo correcto es motivo de orgullo.
13. Llegará el amor, así que asúmelo. […] Enséñale que amor no es solo dar, sino también recibir. Es importante porque a las niñas les transmitimos sutiles ejemplos sobre la vida: les enseñamos que un componente primordial de su capacidad de amar es la capacidad de sacrificarse. A los niños no se lo enseñamos.
14. Al enseñarle sobre la opresión, ten cuidado de no convertir a los oprimidos en santos. La santidad no es un prerrequisito de la dignidad. La gente mentirosa y cruel también son seres humanos, y también merecen ser tratados con dignidad. […] Y las mujeres no tienen por qué ser buenas y angelicales para que se les reconozcan sus derechos.
15. Háblale de la diferencia. Convierte la diferencia en habitual. Haz normal la diferencia. […] Porque la diferencia es la realidad de nuestro mundo. Y al enseñársela, estás equipándola para sobrevivir en un mundo diverso.

Cuando me acerqué a este libro pensé que me iba a encontrar con diferencias culturales por el origen nigeriano de la autora, pero me sorprendí viendo que no las hay. Y esto me hizo pensar que la desigualdad de género es el mayor de los prejuicios del mundo en el que vivimos. Por encima de nacionalidades, razas, religiones, colores políticos y poderes adquisitivos, está la desigualdad entre hombres y mujeres.
Suscribo todos y cada uno de estos consejos. Soy feminista. Y seguiré siéndolo mientras no tengamos los mismos derechos y privilegios que los hombres. E intento transmitirlo todos los días, con mi ejemplo, a mis alumnos y a cualquiera que se cruce en mi camino.
Y si tuviera una hija, como dice Chimamanda, le enseñaría que su obligación no es gustar a nadie, ni ser buena ni parecerlo. Le enseñaría a ser sincera. Y amable. Y valiente. Que no tuviera miedo a decir lo que piensa. ¡¡Que nunca calle!! Que diga la verdad. Y si algo no le gusta o la incomoda, que se queje, que lo diga, que grite si es necesario.
Porque hay cosas que hay que repetir una y otra vez.
Hasta que cambien.
SLHLT
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Aquí te dejo otras reseñas de libros de Chimamanda Ngozi Adichie.

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