jueves, 28 de noviembre de 2019

Ama

Hace dos años tuve la suerte de poder ir con mis alumnos a escuchar a Rainer Weiss explicar qué eran las ondas gravitacionales. Y en un momento dado, agradeció el trabajo a todos los demás científicos, en cuyos conocimientos se apoyó para poder llevar a cabo su descubrimiento, diciendo: <<Si he visto más lejos es porque estoy sentado sobre los hombros de gigantes>>.

Nosotros también hemos crecido sobre los hombros de gigantes. Mejor dicho: de gigantas. Esas mujeres que salieron de sus aldeas perdidas y emigraron a la ciudad a trabajar sin descanso para dar a sus familias un hogar, a sus padres un refugio, a la comunidad un consejo y a sus hijos un futuro. Esas mujeres que parecían tener el secreto de la energía inagotable y de la multiplicación de los panes y los peces. Esas madres que lucharon todos los días de su vida para que sus hijos tuvieran un futuro y una vida mejor que la suya.
Amas, madres, mamás, mares, maminas, mamitas, mamaíñas…
Uno nunca está preparado para que su madre se muera. Ni a los cinco años, ni a los cuarenta.
¿Cómo asumirlo? ¿Cómo digerir que habrá un día en que ya no esté? Que su voz irá perdiendo intensidad en tu recuerdo, que su imagen se volverá borrosa y que su olor y su calor se disiparán en el aire para siempre.
José Ignacio Carnero intentó asumirlo grabando sus últimas conversaciones y sus recuerdos. Pero no fue suficiente. Luego comenzó a escribir. Primero para ella. Para que pudiera verlo publicado antes de morir. Después, para sí mismo. Para asumirlo. Para entenderla. Para entenderlo. Para entenderse. Para curarse. Para nunca olvidarse. Para darle las gracias. Para compartirla. Y para seguir amándola. A ella. A la que lo sacrificó todo por él. A su ama.
Esta es una historia de amor. Una historia de emoción, agradecimiento y nostalgia de un mundo que ya no existe, de un tiempo que no ha de volver y de una gente hecha de otra pasta. Gente con vidas corrientes y callos en las manos. Barrios trabajadores, cielos grises, noches iluminadas por las chimeneas de los altos hornos… Y todo por hacer.
Esta es una historia imprescindible.
¡Se os va a derretir el corazón!
SLHLT

lunes, 4 de noviembre de 2019

Deje su mensaje después de la señal

Marina, Carmela, Sara y Viviana.
Cuatro mujeres con cuatro vidas diferentes y que nada tendrían en común, salvo que todas ellas hablan por teléfono con alguien que no las escucha ni va a contestarles. Unos porque están lejos, otros porque no quieren, otros porque ya no están y otros porque han llegado a ese acuerdo.
Un cáncer terminal, el fin de una relación, un intento de suicidio y una cuenta pendiente, son los puntos de partida de estas cuatro historias. Cuatro puntos de inflexión que, con el silencio al otro lado del teléfono como hilo conductor, harán que estas cuatro mujeres se enfrenten a sí mismas, se analicen, se perdonen, se reconstruyan y renazcan a una vida mejor, donde ellas serán distintas: más valientes, más poderosas y con más ganas de vivir.
Podría parecer que los universos de una anciana que dedicó su vida a la familia, una abogada de divorcios que compra en Mercadona, una niña pija que no sabe lo que quiere y una prostituta que dice trabajar en un IKEA, se desplazarían en trayectorias divergentes de imposible intersección, pero nada más lejos de la realidad. Sus historias convergen. Están más cerca de lo que ellas mismas, desconocidas las unas para las otras, pudieran imaginar. Y eso le dará aún más sentido a todo.
Deje su mensaje después de la señal es uno de esos libros que se van haciendo más grandes a medida que pasas las hojas. Con una prosa cuidada, tierna y dura a la vez, te va envolviendo con su calor, te va dejando entrar en su intimidad y llega un momento en el que ya te sientes como en casa entre sus páginas.
Es una historia preciosa. 
Os encantará.
SLHLT