lunes, 22 de febrero de 2021

Otoño

Otoño es un mundo dentro de una novela.

<< En todo el país había júbilo y tristeza.

En todo el país, lo que había ocurrido se retorcía como un cable que la tormenta hubiese arrancado del tendido eléctrico y azotara el aire por encima de los árboles, los tejados, el tráfico.

En todo el país, la gente pensaba que era un error. En todo el país, la gente pensaba que era un acierto. En todo el país, la gente tenía la sensación de que había perdido. En todo el país la gente tenía la sensación de que había ganado. En todo el país, la gente tenía la sensación de haber actuado bien y de que los otros se habían equivocado. En todo el país, la gente buscaba en Google: ¿Qué es la UE?” En todo el país, la gente buscaba en Google: “Mudarse a Escocia”. En todo el país, la gente buscaba en Google: “Solicitar el pasaporte irlandés”. 

En todo el país, la gente se insultaba. En todo el país, la gente se sentía insegura. En todo el país, la gente se reía a carcajadas. En todo el país, la gente se sentía legitimada. En todo el país, la gente se sentía desconsolada y perpleja. En todo el país, la gente se sentía bien. En todo el país, la gente se sentía mal. En todo el país, la gente se sentía perseguida por la historia. En todo el país, la gente pensaba que la historia no tenía sentido. En todo el país, la gente tenía la sensación de que no contaba para nada. En todo el país, la gente había depositado en aquello sus esperanzas. En todo el país, la gente agitaba banderas bajo la lluvia. En todo el país, la gente pintaba esvásticas en los muros. En todo el país, la gente amenazaba a otra gente. En todo el país, la gente le decía a la gente que se fuera. En todo el país, los medios de comunicación deliraban. En todo el país, los políticos mentían. En todo el país, los políticos se derrumbaban. En todo el país los políticos se esfumaban. En todo el país, mandaban las redes sociales. En todo el país, las cosas se ponían desagradables. En todo el país, nadie hablaba de eso. En todo el país, nadie hablaba de otra cosa. En todo el país, se extendía la bilis racista. En todo el país, la gente decía que no era que no le gustasen los inmigrantes. En todo el país, la gente decía que era cuestión de recuperar el control. En todo el país, todo cambió de la noche a la mañana. En todo el país, los ricos y los pobres siguieron igual. En todo el país, la pequeña minoría habitual siguió forrándose a costa de la amplia mayoría habitual. En todo el país, dinero dinero dinero dinero. En todo el país, ningún dinero ningún dinero ningún dinero >>.

 

Esta es la historia de una desilusión. Como en el otoño añoramos los largos días en los que el verano nos aclaraba el pelo y nos calentaba la piel, también añoramos la vida que esperábamos tener y los caminos que hubiéramos querido recorrer.

Esta es la historia de una amistad. La curiosa amistad entre una niña y su anciano vecino. Entre sesudas conversaciones, lecturas, acertijos, películas, reflexiones sobre Arte y descubrimientos diversos, se va gestando una amistad única que perdurará en el tiempo y que les protegerá, en cierto modo, del mundo en el que les ha tocado vivir.

Esta es una historia de amor. Amor al Arte y a los artistas olvidados por el tiempo y por la gente; a los libros y a los autores: a Dickens, a Huxley, a Shakespeare, a Dylan, a Joyce… Del amor a los amigos, a la diversidad y a la diferencia, a pesar de que algunos pretendan presentarlos como una amenaza.

Y si aún no te he convencido, te diré que también es tierna, devastadora y divertida. Que la trama no es tan importante, aunque te conmoverá. Que es una historia de historias: de ideas que fluyen desde las páginas hasta el lector, que se convierte en cómplice y desea escuchar al menos una última vez un “Hola, ¿qué estás leyendo?” de labios de Daniel.

Hay que tener mucho oficio, además de creatividad y talento, para escribir una novela así. Y la señora Smith lo tiene. 

Y un aplauso enorme para Magdalena Palmer, la traductora, porque ha hilado finísimo y no lo tenía fácil.

 SLHLT

 

lunes, 15 de febrero de 2021

Manifiesto por la lectura

<< Somos una especie frágil, particularmente frágil: ni muy fuerte, ni demasiado rápida ni especialmente resistente al hambre, la sed, el calor o el frío. No estamos adaptados al vuelo o la vida bajo el agua. Nacemos completamente indefensos y nuestra infancia es más prolongada que la de ningún otro animal. Hasta un virus minúsculo nos pone en peligro. Sin embargo, la brisa de una cualidad asombrosa nos ha impulsado hacia un desarrollo inesperado, hacia un imprevisible progreso. Esa facultad es nuestra imaginación, que, aliada con el lenguaje, nos permite soñar lo inconcebible, colaborar y fortalecernos unas a otros. Somos la única especie que explica el mundo con historias, que las desea, las añora y las usa para sanar.

Nuestra auténtica fortaleza es creativa. Gracias a la imaginación, hemos inventado el mito de Ícaro y los aviones, el Nautilus y los submarinos, los viajes estelares de Luciano y el Apolo XI. Si los humanos no hubiéramos fabulado con tierras soñadas como El Dorado o con seres mitológicos como las sirenas, no habríamos podido explorar territorios desconocidos ni llegar a la luna, alumbrar la teoría de la relatividad, el automóvil o el ordenador. Lo imposible debe ser soñado primero, para algún día hacerlo realidad >>.

Este librito, solo pequeño en sus dimensiones, es consecuencia del encargo que, hace más o menos un año, la Federación de Gremios de Editores de España le hizo a Irene Vallejo para acompañar a la petición de un Pacto de Estado por la lectura. Y el resultado ha sido una auténtica joya.

Un manifiesto es un escrito donde se hace pública una doctrina, un programa, una idea o un propósito con ánimo de que su transmisión lleve a la reflexión, al cambio y por qué no, a la revolución. Y este manifiesto es, además de todo lo anterior, una declaración de amor a los libros y a la lectura en toda regla.

Irene Vallejo habla del libro como del objeto de su amor: de su labor como contenedor de historias y de conocimientos, de su facultad de desarrollar la empatía y aumentar la plasticidad del cerebro, de su valor como herramienta en el cambio social y de su capacidad de curar heridas y de ser nuestra tabla de salvación.

Este libro es un gran regalo para los amantes de la lectura y para los que no lo son. En los tiempos que vivimos, de inmediatez, estímulo constante, desinformación, polarización social, falta de análisis, nula autocrítica y culto a la mediocridad, la lectura es un arma poderosísima.

 << Somo seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecerlo que nos salva >>.

 

Mientras leía este libro vino a mi memoria una mujer que conocí hace muchos años en un banco. Yo había ido con mi madre y mis hermanos a firmar unos papeles y, mientras esperábamos a que nos atendieran, me senté al lado de una señora. No me acuerdo cómo empezó nuestra conversación, pero lo que sí recuerdo es que me contó que en su juventud tuvo que ir a trabajar a Francia. Como la gran mayoría de los que se iban, no tenía ni idea de francés. Pero ella, me decía orgullosa, era de las que sabía leer y rápidamente se aclaró con los nombres de las calles, lo que ponían los papeles y los letreros. Había tenido suerte.

No os lo podéis perder.

SLHLT

martes, 9 de febrero de 2021

Está mal, pero se puede empeorar

Muchos ya sabéis que me encanta el diseño gráfico y las ilustraciones y por eso, de vez en cuando, os traigo por aquí algún libro de viñetas. Hoy es el turno del de RenéMerino, un ilustrador y viñetista que sigo desde hace años.

Conocí su trabajo a través de las redes sociales: alguien compartió uno de sus microcuentos y desde entonces sigo sus viñetas y publicaciones. Por eso, cuando en septiembre sacó este libro, ambos sabíamos que se iba a venir a vivir conmigo.

Os aseguro que disfrutaréis de su trazo limpio, que me recuerda al de Quino, y su sentido del humor, a veces sutil, a veces mordaz, con una gran sonrisa en la boca.

 Aquí os dejo un aperitivo.

SLHLT



miércoles, 3 de febrero de 2021

Un amor cualquiera

<< No quiero que Joe aparezca y me encuentre de rodillas abrillantando el suelo de la cocina con un jersey viejo de algodón a modo de trapo, pero llega y así es como me encuentra.

-       ¡Mamá! ¿Qué estás haciendo? ¡Relájate! – dice.

      Me siento sobre los talones y le digo:

-       ¿Y tú qué haces despierto a las seis y media?

Aunque en realidad lo sé. Los dos lo sabemos. Atraviesa la cocina y se sirve su primera taza de café. Siempre se toma tres tazas seguidas, me he fijado este verano: café caliente con un montón de leche y azúcar. Luego se aleja de la cafetera y, para cuando se sienta a la mesa, la taza ya va por la mitad. Está sonriendo. Michael llega hoy. Michael, el gemelo idéntico de Joe, ha estado dos años dando clases de Matemáticas en un instituto de Benarés, en la India. Por eso estoy abrillantando el suelo, por eso ninguno de los dos puede relajarse >>.


Rachel, mientras espera la llegada de su hijo Michael, se da cuenta de que ya han pasado veinte años de su separación de Pat. Tenía una vida perfecta, una bonita casa y cinco hijos. Todo era como lo habían soñado. Pero se enamoró de un hombre del vecindario. Un escritor. Quiso ser sincera con Pat. Y ese fue el momento exacto en el que su vida se desmoronó: Pat la echó, vendió la casa y se llevó a los niños a Inglaterra sin decirle nada y en cuestión de días.

Reconstruirse fue complicado. Retomar la relación con los chicos también. Pensó que nunca los volvería a ver, pero tuvo algo a su favor: los niños se convierten en adolescentes y dan mucho trabajo. Cuando Pat no los aguantaba más, se los enviaba. Así los fue recuperando. Poco a poco. Sin reproches. Sin explicaciones. Sin palabras. Todos tenían un sitio en su nueva casa. Como si no hubiera pasado nada.

Con la vuelta de Joe y el reencuentro familiar, Rachel observa a sus hijos: la inseguridad de Joe, la permanente huida de Michael, el conformismo de Ellen… Cada uno se ha reconstruido como ha podido. Puede que sea por la culpa, el momento o el tiempo transcurrido, pero Rachel siente la necesidad de contarles, al fin, su versión de la historia.

Una revelación siempre tiene consecuencias… Y las fichas de dominó empiezan a caer. Imparables.

 << No obstante, cuando me siento en la cama y me quito las medias y masajeo mis pies de cincuenta y dos años, caigo en la cuenta de que yo también he hecho justo lo que menos quería hacer. Les he dado a mis hijos los dos regalos más crueles: la experiencia de una felicidad familiar perfecta y la absoluta certeza de que tarde o temprano se acaba >>.


Hace poco escuché algo sobre la paternidad que me hizo reflexionar y pensar en la familia, en general, y en este libro, en particular: “Los hijos, primero nos quieren, luego nos juzgan y finalmente, nos perdonan”.

Siempre me impresionan los escritores que son capaces de escribir como se respira: como si fuera fácil.

¡Qué historia más maravillosa nos cuenta Jane Smiley!

No os la perdáis.

SLHLT