miércoles, 16 de septiembre de 2020

Canto yo y la montaña baila

Canto yo y la montaña baila es uno de los libros más bellos que he leído en mucho tiempo.

A veces pensamos que somos dueños de nuestras historias, pero no es del todo cierto pues esas historias son consecuencia de otras y parirán a la que están por venir. Transcurren en escenarios que nunca volverán a ser iguales, que se inician, varían y cambian para transformarse en algo que no fueron y que tampoco volverán a ser, aunque se les parezcan. Y lo que acontezca en nuestras historias repercutirá en otras, quizás invisibles para quien no sabe o no quiere mirar, tan importantes como la nuestra.

Esta es una novela coral con 18 narradores distintos cada uno con su voz propia. En distintos lugares. En distintos momentos. Y todos ellos cuentan su parte: lo que han visto, lo que han sentido, lo que han olido, lo que han amado, lo que han temido, lo que han deseado y con lo que se han conformado, contribuyendo con ello a completar la visión de conjunto.

En esta historia hablan los corzos, los osos y los perros; hablan las nubes, los vivos y los muertos; hablan las brujas y las mujeres de agua; hablan las setas, la frontera y la montaña.

Hablan todos.

Y a través de sus voces descubrimos que la muerte es parte de la vida y que los muertos entretejen sus caminos con los vivos.

También descubrimos a Domènec, a Sió, y a Hilari, a Mia, a Jaume y a Oriol, a Neus y a Cristina… Cuyas vidas están conectadas por esa montaña.


En algún sitio he leído que esta novela es como si el espíritu de El bosque animado se hubiera trasladado al Pirineo catalán, y no podría estar más de acuerdo.

Bellísimo.

SLHLT

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Sobre los huesos de los muertos

Janina Duszejko vive en una zona aislada del suroeste de Polonia. En invierno solo quedan allí tres vecinos que apenas se relacionan entre sí: Piegrande, Pandedios y ella. Esos no son sus verdaderos nombres, claro. Son los nombres con los que los ha rebautizado.

Ella solía construir puentes por medio mundo. Pero sus continuos achaques le dejaron claro que no podría hacerlo eternamente. Por ello, al jubilarse, dejó su apartamento de la ciudad y se mudó a una cabaña en la montaña. Allí pasa las horas entre sus cartas astrales, las clases de inglés a los niños en la escuela local, el cuidado de las cabañas de los veraneantes, los paseos por el bosque y la traducción al polaco de los poemas de William Blake.

Una noche Pandedios llama a su puerta. Es un buen hombre, pero de pocas palabras. Piegrande, su vecino, ha muerto. Tienen que ir hasta allí y luego avisar a la policía. Lo que podría parecer un desafortunado accidente, al atragantarse con un hueso de corzo, se convertirá en algo más cuando comiencen a aparecer muertos otros miembros destacados de la comunidad.

La policía cree que se trata de ajustes de cuentas y que existe una trama oculta de corrupción en la región. Pero Janina tiene otra teoría: todos ellos eran cazadores y son los animales los que están llevando a cabo su venganza. 

Si ya la tenían por una vieja loca, poner en palabras sus sospechas no le ayudará a que cambien de opinión al respecto, pero… ¿y si estuviera en lo cierto?


Narrado en primera persona por una de las protagonistas más singulares que me he encontrado jamás, esta historia rara y oscura, con tintes de thriller y pinceladas filosóficas, obliga al lector a abrir los ojos ante el abuso sistemático y despiadado que el ser humano lleva a cabo en la naturaleza.

Es lo primero que leo de la premio nobel Olga Tokarczuk y me ha fascinado su forma de escribir.

¡No sé a qué esperáis para descubrirla!

SLHLT

miércoles, 2 de septiembre de 2020

La sexta trampa

Si eres de los pocos que aún no ha leído El cuarto mono ni La quinta víctima, es el momento de abandonar esta reseña.

La entrega final de la saga comienza en el punto exacto donde acabó la anterior: El FBI encuentra a Sam Porter en el Hotel Guyon de Chicago rodeado de diarios y de un montón de fotos en las que se le ve con Bishop a distintas edades; la mujer que sacó de la cárcel yace muerta de un disparo en la cabeza en las escaleras, y Anson y su madre han conseguido huir del lugar.

Claire y Kloz se encuentran enfermos y aislados en el hospital,l infectados con lo que parece ser el virus del SARS, que Upchurch inoculó a sus últimas víctimas; mientras que Poole y Nash tratan de poner orden en todo ello y eliminar el ruido generado por el asesino, para distinguir lo real de lo que no lo es.

Con Porter bajo custodia y retenido en las oficinas de la Metropolitana, Bishop decide entregarse. Mientras tanto, no paran de aparecer nuevas víctimas de forma casi simultánea en distintos lugares. Ya no hay duda, sea quien sea el Cuarto Mono, tiene un cómplice o varios…


El final de esta trilogía está más que a la altura de sus dos entregas anteriores. Un thriller en estado puro que no da tregua al lector, haciéndole dudar de todo lo que creía cierto hasta el momento. Los hechos se desencadenan de forma frenética y no puedes evitar aguantar la respiración mientras pasas las páginas.

Me ha encantado el broche final de la saga. Hacía mucho que no me quedaba hasta bien entrada la madrugada para terminar un libro.

Os lo recomiendo, si os gustan las emociones fuertes. Eso sí, leedlos en orden y no dejéis que os cuenten nada.

SLHLT