miércoles, 9 de septiembre de 2020

Sobre los huesos de los muertos

Janina Duszejko vive en una zona aislada del suroeste de Polonia. En invierno solo quedan allí tres vecinos que apenas se relacionan entre sí: Piegrande, Pandedios y ella. Esos no son sus verdaderos nombres, claro. Son los nombres con los que los ha rebautizado.

Ella solía construir puentes por medio mundo. Pero sus continuos achaques le dejaron claro que no podría hacerlo eternamente. Por ello, al jubilarse, dejó su apartamento de la ciudad y se mudó a una cabaña en la montaña. Allí pasa las horas entre sus cartas astrales, las clases de inglés a los niños en la escuela local, el cuidado de las cabañas de los veraneantes, los paseos por el bosque y la traducción al polaco de los poemas de William Blake.

Una noche Pandedios llama a su puerta. Es un buen hombre, pero de pocas palabras. Piegrande, su vecino, ha muerto. Tienen que ir hasta allí y luego avisar a la policía. Lo que podría parecer un desafortunado accidente, al atragantarse con un hueso de corzo, se convertirá en algo más cuando comiencen a aparecer muertos otros miembros destacados de la comunidad.

La policía cree que se trata de ajustes de cuentas y que existe una trama oculta de corrupción en la región. Pero Janina tiene otra teoría: todos ellos eran cazadores y son los animales los que están llevando a cabo su venganza. 

Si ya la tenían por una vieja loca, poner en palabras sus sospechas no le ayudará a que cambien de opinión al respecto, pero… ¿y si estuviera en lo cierto?


Narrado en primera persona por una de las protagonistas más singulares que me he encontrado jamás, esta historia rara y oscura, con tintes de thriller y pinceladas filosóficas, obliga al lector a abrir los ojos ante el abuso sistemático y despiadado que el ser humano lleva a cabo en la naturaleza.

Es lo primero que leo de la premio nobel Olga Tokarczuk y me ha fascinado su forma de escribir.

¡No sé a qué esperáis para descubrirla!

SLHLT

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