Pero esta no es una historia de gloria. Es una parábola sobre el destino, la resignación y la culpa por las decisiones no tomadas. El narrador, testigo y cómplice silencioso, se enfrenta a sus propios fantasmas mientras reconstruye la vida de aquel que quiso morir y no pudo.
Este relato, breve pero demoledor, deja una sensación de desasosiego que se instala en el lector como una sombra persistente. Hay algo profundamente humano en el fracaso convertido en espectáculo, en esa vida que solo cobra sentido cuando se pone en juego. El Ruletista no es un héroe, ni siquiera un mártir: es un reflejo distorsionado de lo que ocurre cuando el azar se convierte en destino y el silencio en testimonio.
Cărtărescu, con su prosa densa y llena de simbolismo, nos sumerge en una Rumanía oscura, donde la supervivencia puede ser la forma más cruel de condena.
SLHLT

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