martes, 28 de junio de 2022

El peligro de estar cuerda

<< Siempre he sabido que algo no funcionaba bien dentro de mi cabeza. A los seis o siete años, todos los días, antes de dormir, le pedía a mi madre que escondiera un pequeño adorno que había en casa, un horroroso calderito de cobre, el típico objeto de tienda de suvenires baratos o quizá incluso el regalo de un restaurante. Y se lo pedía no porque me incomodara la fealdad del cacharro, lo cual hubiera resultado un poco extraño, pero en cierto modo distinguido, sino porque había leído en alguna parte que el cobre era venenoso, y temía levantarme sonámbula en mitad de la noche y ponerme a darle lametazos al caldero. No sé bien cómo se me pudo ocurrir semejante idea (con el agravante de que jamás he sido sonámbula), pero ya entonces hasta a mí me parecía un poco rara. Lo cual no evitó que pudiera visualizarme con toda claridad chupando el metal y que, aterrada, durante cierto tiempo le pidiera a mi madre que porfavorporfavor no dejara de esconder el objeto en algún lugar recóndito, a ser posible un sitio distinto cada vez, para que me fuera imposible encontrarlo >>.

 

Rosa Montero es una escritora todoterreno, de las pocas que se puede permitir cambiar de estilo literario de un libro al siguiente y llegar al lector con todos ellos: distopía, narrativa, biografía, ensayo, crónica periodística… En esta ocasión, con un enorme trabajo de indagación y documentación detrás, y tratándose a sí misma como un sujeto de investigación más, nos acerca a los trastornos de conducta, manías, singularidades y enfermedades mentales de novelistas y escritores de reconocido prestigio a lo largo de la historia: Zweig, Doris Lessing, Virginia Woolf, Sylvia Plath, Bukowski, Emily Dickinson y Scott Fitzgerald, entre otros.


¿Están ligadas la creatividad y la locura? ¿Existe eso que llamamos “normalidad”? ¿Es necesario sufrir y sentirse desgraciado para llegar a la excelencia literaria?


El estilo Montero está muy presente en toda la obra y, además de ejercer de narradora y maestra de ceremonias a través de sus páginas, se permite llevar a cabo un pequeño juego cómplice con el lector.


Si buscáis una lectura interesante, amena y entretenida esta es la adecuada. Aviso: el capítulo sobre Sylvia Plath os dejará sin aliento.

SLHLT

sábado, 18 de junio de 2022

Ceniza en la boca

<< No lo vi yo, pero como si lo hubiera visto, porque lo tengo taladrándome la cabeza y no me deja dormir. Siempre la misma imagen: Diego cayendo y el ruido de su cuerpo al impactar contra el suelo. Entonces me despierto y pienso que no me pasó a mí, ni le pasó a Jimena, ni a Marina, ni a Eleonora: le pasó a Diego; y una y otra vez, en mi cabeza el sonido, como un costalazo, como un cristal rompiéndose en pedazos y encajándose en un saco de arena de golpe, de repente, sin avisar. Seco, contundente, un encontronazo entre costillas y pulmones y asfalto. Así: pum. No, así: pooom. No, así: crag. No, así: drag, dragut. No, así: paaam, clap, crash, bruuum, brooom, gruuum, grrr, grooo… Y un eco. No, no hay un sonido que describa el ruido que se escuchó. Un cuerpo estrellándose contra el suelo. Diego queriendo ser estruendo, queriendo interrumpir la música de su cuerpo. Diego dejándonos así, con él suspendido entre nosotros. Diego, una estrella >>.


No fue otro, fue Diego quien saltó. Mi hermano. Aquel niño con el que fui uña y carne. Y piel. Y todo.


Luego mamá se fue a España. Era por nosotros. Por ella. Por tener un mañana. Pero Diego decidió no tener más mañanas. Allí, en España.


Al cabo de un tiempo nos fuimos con ella. La mamá de España. Que era otra, aunque pareciera la misma. Y nada era como tenía que ser. Ni ella ni nada. Yo me fui amoldando a los huecos que me dejaban. Diego nunca encontró su lugar. Pulsó el STOP. Y todo frenó.


Contra el asfalto.


Este libro es puro dolor. Dolor con el que Brenda Navarro nos abofetea al abrirnos una ventana a las realidades que hemos decidido ignorar. Dolor por perder a un hermano Dolor por tener que irte de tu hogar. Dolor porque nunca pertenecerás al lugar que te recibe. Dolor por tener que conformarte con los trabajos que otros no quieren. Dolor por haber dejado de ser, de sentir, de bailar…


No es recomendable, es necesario.

SLHLT

miércoles, 8 de junio de 2022

Inés y la alegría

El 19 de octubre de 1944 cuatro mil hombres armados, pertenecientes al ejército de la Unión Nacional Española, cruzaron los Pirineos e invadieron el Valle de Arán. Esta maniobra, precedida de diversas tácticas de distracción, en las que otros tantos combatientes fueron entrando por diferentes puntos de la frontera con Francia, impidió que el ejército de Franco pudiese concentrar tropas en ningún lugar concreto.


Este episodio desconocido, silenciado y olvidado de la historia de España, a seis meses del final de Hitler, pretendía ser la cuña por la que las fuerzas aliadas se abrieran paso y liberaran al país del fascismo, derrocando a Franco y terminando con la dictadura.


Pero eso nunca llegó a pasar.


En este escenario, una mujer: Inés, perteneciente a una familia de la alta burguesía madrileña, cuando se entera de la invasión a través de La Pirenaica, hace cinco quilos de rosquillas, roba un arma y un caballo y se dirige al encuentro del ejército guerrillero. Allí, en Bosost, conocerá al capitán Galán, junto al que vivirá una historia de amor apasionada, apresurada e impetuosa, una historia donde todo importa y nada importa, porque nadie les asegura que seguirán con vida al día siguiente.

 <<La Historia inmortal hace cosas raras cuando se cruza con el amor de los cuerpos mortales>>.

Pero este libro, el primero de los Episodios de una Guerra Interminable, es mucho más que una historia de amor. Es una obra de ingeniería narrativa e investigación soberbia, donde la historia real y la ficción se tocan, se reconocen, se abrazan, se emocionan, ríen y también lloran.


Almudena Grandes consigue algo reservado solo a los más grandes: hacer que escribir una obra de esta envergadura parezca fácil, conseguir que leerla sea vivirla, remover conciencias, devolver dignidades y crear vínculos entre lectores y personajes.


Inés ya es parte de mi vida, junto a Galán, Comprendes y Amparo. Seguramente también de la tuya.


Hay un antes y un después de algunas historias. Y este libro es una de ellas.

SLHLT