Aunque el
título y la portada de un libro son los que te ponen ojitos, es la
contraportada lo que hace que se vaya a casa contigo. Pero a veces te lleva a
engaño.
La
plácida existencia de Paddy y Kit Gladney en el pequeño pueblo irlandés donde
viven se viene abajo una mañana de 1973 cuando su única hija desaparece
repentinamente. La joven Moll, tímida y sosegada, cogió el primer autobús a
Nenagh y luego el tren a Dublín; eso es todo lo que sus padres logran
averiguar. Cinco años después de esa aciaga mañana, la llegada de un extranjero
a la casa de los Gladney no hace sino añadir preguntas a los motivos de Moll
para huir.
Este
breve párrafo hizo que esperase encontrarme una intriga, un misterio o un
thriller entre sus páginas, pero al no llegar, me sacó de la historia. Un par
de días después, decidí empezarlo de nuevo, desde el principio y con una mirada
nueva. Y entonces sí que acerté, pues encontré entre sus páginas mucho más de lo
que esperaba.
Flores
extrañas es una historia de personajes maravillosos donde, detrás de unas
vidas humildes y a pesar de las desagracias, las decepciones y las derrotas,
rezuman más conocimiento, más generosidad, más tolerancia, más lealtad y más
amor del que muchos que lo predican podrán sentir jamás. Es una historia de descubrimiento,
huida, confusión, lucha y aceptación de la identidad propia y de cómo eso
repercute en las vidas de los demás.
Si
necesitas un libro que te temple el alma, no busques más.
Y no fíes
de las contraportadas…
SLHLT
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