miércoles, 26 de septiembre de 2018

Las órdenes

Los de Pilar Adón en Las órdenes son versos afilados y duros por relatar una realidad cotidiana y reconocible, además de escondida a plena vista y familiar.
¿Quiénes somos? Abuelas. Madres. Hijas.
¿Realmente nos define nuestra capacidad de engendrar?
NO QUEREMOS ser madres.
La ausencia de un heredero
que deje borrones.
Seguir siempre hijas.
Que nos abracen como nos abrazaron.
Y nos peinen y presuman de nuestras notas
ante los vecinos.
Que cada libro sea para nosotras, cada pensamiento.
Para nosotras. En una habitación
de una sola cama.

O es el rol pérfido que nos han inculcado de cuidar a los demás, siempre, en cualquier circunstancia, olvidándonos de nosotras, por el bien de todos, por el bien de algunos, por la familia, porque siempre se ha hecho así. Porque… ¿quién lo va a hace si no?
ELLOS NO lo advierten
pero arrastramos un rencor en los genes
heredado de cada mujer.
Su hacha clavada en el cuerpo,
integrada en él. Donde persiste.
Observadoras y observadas.
Actuando solas y ante el mundo.
Ansiando un descanso
sin saber descansar.
Acusando un odio que no se cura
por palabras que no tendrían que existir.
Sin responder tal sin comportarnos cual,
aprovechando más.
Sin enfrentarnos a.

Y si no lo haces. Y si te atreves a no continuar tu estirpe… “¿Quién te cuidará cuando seas vieja?” oirás a cada instante. Como una advertencia, como un aviso… Como una amenaza.
[…] ¿Quién va a abrazarme cuando sea vieja?
Y esté sola. Y no haya quien quiera hablarme. Y
las cortinas se prendan fuego
y las llamas asciendan hasta el techo. Y nadie
pueda acercarse
al teléfono. Para llamar al servicio de extinción
de incendios.

Los pequeños detalles lo cambian todo o no cambian nada si no somos nosotras capaces de cambiarlos.
EL SILENCIO NUNCA es tan grande
como cuando algo lo rompe.


Poesía cruda, directa y maravillosa.
SLHLT

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Ritos funerarios

Dicen que debo morir. Dicen que le robé el aliento a unos hombres y que ahora ellos deben robarme el mío. Supongo, entonces, que todos somos llamas de vela, brillantes de grasa, parpadeando en la oscuridad y en el aullido del viento, y en la quietud de la habitación escucho pisadas, pisadas espantosas que se acercan, que vienen a apagarme y a sacarme la vida del cuerpo en forma de corona de humo gris. Me fundiré con el aire y con la noche. Nos apagarán a todos, uno a uno, hasta que quede únicamente una luz, bajo la que se ven ellos. ¿Dónde estaré yo entonces?
Agnes Magnusdottir espera a la muerte en una pequeña granja de Kornsa. Allí, en la humilde casa del alguacil de la comarca, pasa sus últimos meses de vida. Se la ha acusado y condenado por la muerte de dos hombres. No hay piedad para ella.
Las primeras semanas las pasa en silencio, trabajando como una criada más y bajo la mirada vigilante y temerosa de la mujer del alguacil y sus dos hijas. Pero con la llegada del reverendo Tóti, las palabras comienzan a salir de su boca. Al principio a trompicones, desconfiadas, con recelo e ira. Pero según pasan las semanas, comienzan a fluir como un manantial imposible de contener.
Y esas palabras consiguen ablandar corazones.
Aunque solo de los que se atreven a escucharlas.
En esta historia Hannah Kent realiza un trabajo de investigación inmenso para recrear el ambiente y dotar de dignidad a Agnes, la última mujer decapitada en Islandia, a principios del siglo XIX.
La autora logra emocionarte, con una historia de la que ya conoces el final, porque es Agnes la que te la cuenta. Y consigues meterte en su piel y tiritar con ella, notar el crujir de sus huesos, ver con sus ojos, recordar su infancia a través de su voz, y temblar con ella en sus sueños.
Y no quieres que la maten. Lo haya hecho o no.

Maravillosa.
SLHLT

miércoles, 12 de septiembre de 2018

El devorador de calabazas

“¿De qué te quejas? Tienes unos hijos sanos y no te falta de nada. ¿Qué más quieres?”
¡¡Cuántas veces a lo largo de la historia les habrán dicho algo parecido a las mujeres acomodadas que se sentían desgraciadas, deprimidas, aburridas o insatisfechas con su vida y con el rol que el mundo en el que vivían les obligaba a adoptar!!
La señora Armitage, cuyo nombre no conocemos, habla con su psiquiatra y le trata de explicar lo que le ocurre. Está terriblemente insatisfecha y se siente desdichada y engañada.
Tiene más hijos de los que puede contar y Jake, un guionista de cine egoísta, inseguro e infantil, es su cuarto marido. La engaña y ella aún se autoengaña más. Se supone que el matrimonio ha de hacerla feliz, pero no es así. Y ella se obsesiona con traer más y más hijos a este mundo, porque cree que es lo único que se le da bien.
Pero su marido no quiere que tenga el hijo que están esperando. Las consecuencias de esta decisión harán que la señora Armitage se replantee su vida. Trata de huir de todo y de todos, pero, como los pájaros criados en cautividad, no han aprendido a volar lejos de la jaula, y buscar otra jaula no se parece en nada a la libertad.
A pesar del drama y de lo profundo de las reflexiones de esta historia, se trata de un libro fácil de leer gracias al sutil humor con el que escribe Penelope Mortimer.

No era lo que esperaba, pero me gustó.
SLHLT 

domingo, 9 de septiembre de 2018

Lágrimas en la lluvia

Madrid, 2109.
Estados Unidos de la Tierra.
El mundo ya no es lo que un día fue. Se ha de pagar por el agua y el aire limpios. Y aquellos que no disponen de crédito, están condenados a vivir en áreas contaminadas.
El ser humano ya no está solo en el planeta. Ahora comparte sus días con aliens y tecnohumanos, creados, en su día, para servirle. Pero, tras la revolución de los replicantes y una cruenta guerra, estos consiguieron asimilar sus derechos a los de los seres humanos, aunque su vida esté limitada a unos escasos 10 años.
También existen mundos artificiales fuera de la atmósfera terrestre, habitados en exclusiva por humanos radicales, y la tecnología ha conseguido que sea posible el teletransporte, lo que ha permito explotar recursos más allá de la galaxia.
Bruna Husky es una replicante de combate que se dedica a la investigación privada y, cuya cabeza rapada y su tatuaje en forma de línea que recorre de arriba abajo todo su cuerpo, son, como poco, intimidantes. Es contratada para averiguar quién está detrás de una serie de asesinatos cometidos por tecnohumanos que parecen haberse vuelto locos. En un primer momento todo apunta a una partida de memorias adulteradas, pero hay algo mucho más oscuro detrás…
¿Te apetece averiguarlo?
Esta novela ha sido todo un acierto. En ella Rosa Montero, no solamente escribe una distopía policiaca, sino que crea un universo entero. Está muy bien escrita y, a pesar de sus más de 400 páginas, no podrás parar de leer.
Y la guinda del pastel fue descubrir que es la primera parte de una trilogía, y que aún tienes por delante mucha más Bruna Husky por disfrutar.

Os va a encantar.
SLHLT