<< Es
difícil quitarse de encima el cuerpo de un muerto.
Lo
descubrí a los doce años, con la nariz y la boca ensangrentadas y las bragas
enredadas en un tobillo.
Los
guijarros del margen del Lambro se me clavaban en la nuca y en el trasero
desnudo, duros como uñas, la espalda hundida en el barro. El cuerpo de él,
anguloso y todavía caliente, me pesaba. Tenia los ojos brillantes y vacíos, la
barbilla manchada de saliva blanca y la boca abierta, que despedía mal olor.
Antes de desplomarse me había mirado, con la cara contraída por el miedo, una
mano metida en los calzoncillos y las pupilas dilatadas y negras que parecían
disolverse hasta derramarse sobre sus mejillas.
Se había
caído hacia delante, aún sentía en los muslos la presión de sus rodillas, con
las que me había abierto las piernas. Ya no se movía.
- Solo
quería que parara -dijo Maddalena. Se tocaba la cabeza en el punto donde la
sangre y el barro se habían espesado formando un grumo de pelo enmarañado-. No
he tenido más remedio que hacerlo. >>
Monza,
1936. Maddalena acaba de matar de una pedrada al hombre que trataba de violar a
Francesca. Un hombre joven de esos “de buena familia”.
A
Maddalena la llaman “la Malnacida”, cosa que lleva con orgullo, y en el pueblo dicen
que es una bruja y que trae mala suerte. Pero lo que realmente es, es una niña pobre
y libre, sin modales, que grita, insulta y escupe a quien trata de meterse con
ella y de cortarle las alas, que corre descalza a la orilla del río y que
lidera a su pequeña pandilla de amigos, casi tan desarrapados como ella.
Francesca
ha sido educada para ser obediente, callada y para ser una buena madre y esposa
algún día. Lleva la ropa impoluta, come con la boca cerrada y se sabe todas las
oraciones de la iglesia.
A simple
vista no hay dos niñas más distintas. Pero a poco que rasquemos en la
superficie, las diferencias se acortan y el momento y la vida que les ha tocado
vivir hacen que se establezca entre ellas un vínculo casi irrompible: una
simbiosis perfecta.
Cuando te
encuentras con primeras novelas de esta calidad narrativa, que son capaces de
emocionarte de una manera tal, te das cuenta de lo importante que es abrir la
mente y dar oportunidades a las voces nuevas, comprar sus libros y apostar por
ellas.
¡Qué de buenas historias nos quedan por leer de la mano de la Beatrice Salvioni!
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