<< Nadie
conoce las modas populares mejor que un médico de familia. He visto de todo:
productos sin gluten, sin lactosa, sin azúcar, todas las recetas de los periódicos
y de internet que convencen a personas sanas de que si dejan de comer pan o
queso todo irá como es debido. Los pacientes de mediana edad no comprenden por
qué están siempre tan cansados. Porque te haces mayor, les digo, pero ellos
creen que esto de la edad no les concierne igual que piensan que todo ese
asunto de la muerte no va con ellos. Que la muerte hará una excepción en su
caso. Dan por hecho que el cuerpo ha de funcionar sin crujidos y se sorprenden
el día que deja de hacerlo. El día que las heces no salen, el sueño no llega y
los músculos no colaboran. Con cuarenta y siete años no se es viejo, dice el
paciente de cuarenta y siete años. Sí, le respondo. Con cuarenta y siete años
se es lo bastante viejo como para que las cosas ya no funcionen como antes.
Pero no están dispuestos a aceptarlo. Quieren seguir igual que hasta entonces y
por eso se compran un determinado tipo de zumo o unos polvos verdes en
internet, o se hacen pruebas de alergias e intolerancias alimentarias para poder
seguir como antes si se toman el zumo o los polvos o dejan de consumir algún
producto indispensable o no se acercan a animales peludos.
No quieren saber nada de lo que les digo, que es que tienen que
relajarse, estar satisfechos con lo que tienen, comer de todo y moverse un poco,
por ese orden. Estoy harta de decírselo y ellos están hartos de escucharlo,
pero esa es la verdad y la verdad es aburrida >>.
Elin es
una médica de familia que se encuentra en plena crisis de los 50. Tiene un buen
trabajo, una economía desahogada, un par de hijas, un matrimonio estable y la
casa pagada. Y a pesar de todo, no se siente feliz. Le parece que vive una
mentira permanente en la que no solo participa ella sino todos los que la
rodean. Nada tiene sentido. Nada tiene importancia. Todo le resulta
descafeinado, aburrido, falso… No se reconoce. ¿Quién es esa mujer que le rehúye
la mirada en el espejo?
El tiempo
pasa. Eso es inevitable. Innegable. ¿Qué hemos hecho con él? ¿En quiénes nos
hemos convertido? ¿Qué sentiría nuestro yo de hace treinta años al vernos
ahora? ¿Estamos a tiempo de volver atrás? ¿Es esa la solución? ¿Seríamos ahora
felices con lo que queríamos en aquel momento? ¿Seremos capaces de volver a
empezar? ¿Nos lo perdonarán?
Este es
un libro cuya lectura hace que el lector se sienta ligeramente incómodo, ya que
es fácil sentirse identificado con las sensaciones y reflexiones de la
protagonista, con las incongruencias propias de la naturaleza humana y con las
no siempre acertadas decisiones que toma.
Muy lejos de la sátira que promete su
contraportada, esta es más bien una historia triste de alguien que podríamos
haber sido nosotros.
SLHLT