<< Durante la primera semana que tuvimos gallinas, hace cuatro años, Helen se pasó por casa para ver con sus propios ojos lo pintoresco de la operación. Yo enseño el gallinero a cualquier visita que muestre interés en las gallinas. Helen es una excepción, es mi amiga y por tanto se interesa por mi vida. Por lo demás, las gallinas le traen sin cuidado.
Su visita se produjo en el breve intervalo previo a que la mugre
de las gallinas se asentara. La pintura estaba fresca, los ratones aún no habían
localizado las reservas de grano y nuestro huerto empezaba a dar bonitas
hortalizas y delicados tallos amoratados de una planta cuya identidad nunca
llegué a confirmar.
Las preguntas de Helen eran previsibles, pero mis limitados conocimientos
sobre aves de corral no incluían ni las previsibles preguntas ni las respuestas
correspondientes.
“¿Saben cómo se llaman?”, “¿Les gusta que las acaricien?”, “¿Se
alteran cuando les quitas los huevos?”
Yo no conocía las respuestas a ninguna de estas preguntas >>.
Partiendo de esta premisa, la autora nos permite bucear en la historia de la protagonista: despacio y capa a capa, vamos devanando cómo es su relación con los vecinos, con su mejor amiga, con su pareja y con su madre. A medida que avanzamos descubrimos, tras el velo de una melancolía latente, la presencia de un duelo mal curado que trata de exorcizar a través de la relación que establece con sus gallinas.
No busquéis en esta novela un misterio ni giros de guion inesperados. Esta es una de esas historias en las que parece que no pasa nada, pero lo que pasa, en realidad, es la vida.
A mí me ha encantado.
SLHLT
No hay comentarios:
Publicar un comentario