miércoles, 18 de mayo de 2022

Gallinas

 << Durante la primera semana que tuvimos gallinas, hace cuatro años, Helen se pasó por casa para ver con sus propios ojos lo pintoresco de la operación. Yo enseño el gallinero a cualquier visita que muestre interés en las gallinas. Helen es una excepción, es mi amiga y por tanto se interesa por mi vida. Por lo demás, las gallinas le traen sin cuidado.

Su visita se produjo en el breve intervalo previo a que la mugre de las gallinas se asentara. La pintura estaba fresca, los ratones aún no habían localizado las reservas de grano y nuestro huerto empezaba a dar bonitas hortalizas y delicados tallos amoratados de una planta cuya identidad nunca llegué a confirmar.

Las preguntas de Helen eran previsibles, pero mis limitados conocimientos sobre aves de corral no incluían ni las previsibles preguntas ni las respuestas correspondientes.

“¿Saben cómo se llaman?”, “¿Les gusta que las acaricien?”, “¿Se alteran cuando les quitas los huevos?”

Yo no conocía las respuestas a ninguna de estas preguntas >>.

Una mujer joven nos cuenta cómo es su vida en un pueblo de Minnesota mientras cuida de sus cuatro gallinas. No tiene ni idea de cómo criarlas y mientras las observa, las estudia y trata de mantenerlas a salvo, es su vida la que se asoma, entre plumas y cacareos.

Partiendo de esta premisa, la autora nos permite bucear en la historia de la protagonista: despacio y capa a capa, vamos devanando cómo es su relación con los vecinos, con su mejor amiga, con su pareja y con su madre. A medida que avanzamos descubrimos, tras el velo de una melancolía latente, la presencia de un duelo mal curado que trata de exorcizar a través de la relación que establece con sus gallinas.

No busquéis en esta novela un misterio ni giros de guion inesperados. Esta es una de esas historias en las que parece que no pasa nada, pero lo que pasa, en realidad, es la vida.

A mí me ha encantado.

SLHLT

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