jueves, 28 de junio de 2018

Todo lo que no te conté

Lydia está muerta. Pero esto aún no lo saben. 1977, 3 de mayo, seis y media de la mañana. Nadie sabe nada excepto este dato inocuo: Lydia llega tarde a desayunar.

Ella se ahogaba y se fue.
Se había convertido en lo que siempre quiso evitar. Como una maldición.
Se fue para poder respirar.
Y todo se vino abajo.
Pero un día volvió.
Yo escondí su libro rojo.
Ella no cocinó más.
Yo me juré a mí misma que si no se volvía a marchar, haría todo lo que ella quisiera.
Siempre.

Antes de que volviera, él me empujó.
Caí.
Desaparecí.
Y luego frío.
Pero su mano me sacó.
Él recordará siempre su empujón.
Yo, que me salvó.

No soy la que quieren. Pero lo intento.
Libros otra vez.
Y preguntas.
Clases de verano… Y más preguntas.
Deberes. Las otras chicas, el instituto, las amigas… ¿Qué amigas?

China, capuchina, mandarina.

Fingir.
Me falta el aire.
Y Nath se va. Quiere escapar.
Es el único que entiende esta locura.
Me quedaré sola.

¿Cuándo empezó todo a estropearse?
¿Cuándo se volvió imposible de rectificar?

Silencio.

Rabia.

Miedo.

Nada.


Años setenta. Middlewood. Una pequeña ciudad universitaria de Ohio. En ella vive la familia Lee. Una familia interracial con tres hijos: Nathan, Lydia y Hanna. Esta es su historia.
Me ha sobrecogido e impresionado.

Muy recomendable.
SLHLT

miércoles, 20 de junio de 2018

Esto es agua

Había una vez dos peces jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que nadaba en dirección contraria; el pez mayor los saludó con la cabeza y les dijo: <<Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?>>.
Los dos peces jóvenes siguieron nadando un trecho; por fin, uno de ellos miró al otro y le dijo: <<¿Qué demonios es el agua?>>.
Así comienza el discurso que dio David Foster Wallace en la ceremonia de graduación de la Universidad de Kenyon.
Entre metáforas, analogías, anécdotas e historias, Foster Wallace trata de transmitir a los estudiantes recién graduados la importancia de “aprender a pensar”, algo que se supone que les han enseñado a lo largo de sus estudios universitarios, y que van a tener que decidir si ponen en práctica, o no, en su día a día. Porque, amigos, el mundo real empieza ahora, y la vida adulta está llena de momentos estresante, aburridos y frustrantes que se repiten todos los días. Y, queramos admitirlo o no, estamos configurados (nosotros y lo que nos rodea) para considerarnos el centro del universo y pensar y tomar decisiones exclusivamente en función de cómo nos van a repercutir en un futuro inmediato. Lo demás no importa.
Lo de <<aprender a pensar>> en realidad quiere decir ejercer cierto control sobre cómo y qué piensa uno. Quiere decir ser lo bastante consciente y estar lo bastante despierto como para elegir a qué prestas atención y para elegir cómo construyes el sentido a partir de la experiencia.
Foster Wallace explica a su auditorio que la verdadera educación, la que te enseña a pensar, te proporciona los mecanismos para alcanzar la libertad, pues te permite distinguir qué es lo que tiene sentido y qué no.
El tipo realmente importante de libertad implica atención, y conciencia, y disciplina, y esfuerzo, y ser capaz de preocuparse de verdad por otras personas y sacrificarse por ellas, una y otra vez, en una infinidad de pequeñas y nada apetecibles formas, día tras día.
Pero el camino de la libertad no es fácil, es una lucha diaria y constante. Y ha de ser elegido de forma consciente y adulta día tras día.
La alternativa es la inconsciencia, la configuración por defecto, la competitividad febril: la sensación constante y agobiante de que has tenido algo infinito y lo has perdido.
Ahora que acaba el curso y toca hacer balance, suscribo todas y cada una de sus palabras. No os quedéis en la superficie. Analizad lo aprendido y dadle una aplicación. Una. Aunque solo tenga sentido para vosotros. Elegid el camino largo, el difícil. Es más satisfactorio. A veces también más ingrato. Pero es el único que no os dejará un vacío por dentro. Y tardaréis en recorrerlo el tiempo que os reste de vida. Pero de eso se trata. De vivirlo. Y de seguir queriendo dar cada día un paso más.
El verdadero valor de una verdadera educación, no pasa por las notas ni los títulos y sí por la simple conciencia: la conciencia de algo que es tan real y tan esencial, y que está tan oculto delante mismo de nuestras narices y por todas partes, que nos vemos obligados a recordarnos a nosotros mismos una y otra vez: 
<<Esto es agua>>. 
<<Esto es agua>>.




Simplemente maravilloso.


La conferencia completa está aquí.
SLHLT





miércoles, 13 de junio de 2018

El hombre del revés

En plenos Alpes franceses, en la zona del Mercantour, los lobos del parque natural han empezado a atacar a las ovejas de las poblaciones cercanas. Pero su comportamiento no es el habitual: las matan de forma salvaje y las dejan allí: sin comérselas.
Lawrence estudia a los lobos. Hace tiempo que no ve a uno de los más jóvenes. Pero los lobos no se comportan así. Algo raro está pasando.
Los ataques continúan y se convierten en noticia. Han encontrado huellas de patas y de colmillos. Parece ser que se trata de un único animal. Un lobo enorme. Extraordinario. Lobos de ese tamaño no se encuentran por el Mercantour.
Pero con la muerte de Suzanne los rumores de la presencia de un hombre lobo en la zona se acrecientan. Los lobos no atacan al hombre a no ser que se sientan acorralados. Y Suzanne lo sabía. Nunca se habría puesto en peligro.
Este es el desencadenante que hace que una pequeña “comunidad del anillo” salga en busca de ese “hombre del revés”. Camille, compositora de música y fontanera en sus ratos libres, a la que le relaja mirar catálogos de herramientas, conducirá la ganadera. El veloso, un viejo pastor de pocas palabras que ha consagrado su vida a cuidar de las ovejas, seguirá el rastro, y será la voz de la razón mientras hace lo que mejor se le da: velar. Y Soliman, hijo adoptivo de Suzanne, que se dedica a memorizar el diccionario y a inventar fábulas sobre África, la tierra de sus orígenes, que nunca conoció.
Mientras tanto Adamsberg se encuentra en París tratando de que una joven asesina no acabe con él. A través de la televisión le llega la historia de los ataques de los lobos del Mercantour y le parece reconocer al fondo de la imagen una silueta familiar enfundada en unas botas de piel. Quizás la nostalgia le esté jugando una mala pasada.
Así empieza El hombre del revés.
Personajes maravillosos, una historia diferente y que engancha, y la singular ausencia del protagonista de la saga hasta el final del libro, hacen de esta novela un acierto seguro para todos los amantes de la novela policiaca.
Si no conocéis a Fred Vargas y al comisario Adamsberg, este es un buen momento para remediarlo. Su intuición, sus silencios, su humanidad y su particular forma de ser os encantarán. Nada parecido a los duros protagonistas masculinos a los que nos tiene acostumbrada la novela negra. Adamsberg es otra cosa.
Y las historias que Fred Vargas idea son más que un simple escenario, se convierten en un protagonista más de la novela.
A mí la Vargas me vuelve loca y me acabo de dar cuenta de que no había publicado ninguna reseña suya en el blog. Ha llegado el momento de subsanar tamaño error.

Espero que os guste.
SLHLT

miércoles, 6 de junio de 2018

Riquete el del Copete

A su madre le habría gustado ser bailarina, pero la echaron por flaca. Su padre era alto y gordinflón, y preparaba las más deliciosas recetas en la Ópera de París. Se enamoraron como locos al pie de unas escaleras. Y mucho tiempo después, como un milagro, llegó Déodat, el bebé más feo del mundo. Pero también el más listo. Un bebé que observa el mundo como un experimento y que llora por primera vez al verse reflejado en un espejo y ser consciente de su informe figura.
Tremière, por el contrario, es la bebé más hermosa que vuestros ojos hayan podido ver jamás. Pero es pasiva. Estática. Se queda horas y horas contemplando un objeto. Como si nada. Sus padres piensan que es tonta de capirote. Sus profesores y sus compañeros del colegio también. Y se la endilgan a su abuela, que la adora, la entiende, la admira y cree en ella. Así, Tremière, crece en un caserón que se viene abajo, entre los extraños rituales de una anciana con capacidades poco comunes y un gran amor por las joyas.
Ambos jóvenes habrán de sobrevivir en un mundo que rechaza lo diferente, que etiqueta y clasifica sin piedad y que enseña a los cachorros a actuar de forma hostil y cruel contra los que no encajan en los estándares establecidos.
<<La gente no es indiferente a la belleza extrema: la detesta a conciencia. A veces el muy feo puede despertar una ligera compasión; el muy guapo, en cambio, irrita sin piedad>>.
Y ambos crecerán gestionando sus recursos, descubriendo el amor y el desamor, y manteniéndose fieles a sí mismos.
Dos seres así, en los cuentos, están destinados a encontrarse.
En esta ocasión la Nothomb nos ha reescrito un cuento de Perrault: Riquete el del Copete, o La Bella y la Bestia. Y la verdad es que hacía falta. En esta versión, mucho más realista y actual, Amélie Nothomb reconstruye a estos dos personajes maravillosamente y les da la oportunidad de ser quienes son.
No son poderosos, no viven en castillos ni se encuentran bajo el influjo de hechizos mágicos. Aquí nuestros protagonistas solo son feos e idiotas a ojos de los demás, y aprenden a hacer que los demás no importen. Cuando han conseguido hacerlo, y logrado aprender a quererse y respetarse, es cuando se encuentran y consiguen ser felices. Pero sin salvarse ni cambiarse el uno al otro. No es necesario.
Si te has enamorado de la Bestia, ¿por qué has de conformarte con un melifluo príncipe azul?
Me ha gustado mucho. Muy Nothomb.
SLHLT