Durante dos años, la periodista conversó con Silvia y con quienes la rodearon, y el resultado es un retrato íntimo, doloroso y complejo. No hay héroes ni traidores, solo una mujer que vivió lo indecible y que, décadas después, se atrevió a contar. La autora ilumina las zonas grises de la memoria, las heridas que no cierran, el rechazo que sufren quienes vuelven del horror. Y lo hace con una prosa contenida, precisa, que nunca se impone sobre la historia.
Hay libros que te cambian y nunca vuelves a ser la misma después de leerlos. Este es uno de ellos. Te atraviesa y te deja huellas en el alma. Porque fue real. Porque las caras de los torturadores están solo a unos pocos clics de tu portátil. Porque a veces ser guapa, joven, rubia y de “buena familia” te salva la vida, pero a qué precio.
Silvia Labayru hizo de vivir su objetivo. Cada día. Todos los días. A pesar de ellos. A pesar de todos. Nunca pensaron que pudiera hacerles frente. Que su miedo les protegería.
Pero la minusvaloraron.
Como casi siempre.
SLHLT
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