Si eres
de los pocos que aún no ha leído El cuarto mono ni La quinta víctima, es el momento de abandonar esta reseña.
La
entrega final de la saga comienza en el punto exacto donde acabó la anterior:
El FBI encuentra a Sam Porter en el Hotel Guyon de Chicago rodeado de diarios
y de un montón de fotos en las que se le ve con Bishop a distintas edades; la mujer que sacó de la cárcel yace muerta
de un disparo en la cabeza en las escaleras, y Anson y su madre han conseguido huir del lugar.
Claire y Kloz se encuentran enfermos y aislados en el hospital,l infectados
con lo que parece ser el virus del SARS, que Upchurch inoculó a sus últimas víctimas; mientras que Poole y Nash tratan de poner orden en todo ello y eliminar el ruido generado
por el asesino, para distinguir lo real de lo que no lo es.
Con Porter bajo custodia y retenido en las
oficinas de la Metropolitana, Bishop
decide entregarse. Mientras tanto, no paran de aparecer nuevas víctimas de
forma casi simultánea en distintos lugares. Ya no hay duda, sea quien sea el Cuarto Mono, tiene un cómplice o varios…
El
final de esta trilogía está más que a la altura de sus dos entregas anteriores.
Un thriller en estado puro que no da
tregua al lector, haciéndole dudar de todo lo que creía cierto hasta el
momento. Los hechos se desencadenan de forma frenética y no puedes evitar
aguantar la respiración mientras pasas las páginas.
Me ha
encantado el broche final de la saga. Hacía mucho que no me quedaba hasta bien
entrada la madrugada para terminar un libro.
Os lo
recomiendo, si os gustan las emociones fuertes. Eso sí, leedlos en orden y no
dejéis que os cuenten nada.
SLHLT
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