Aunque
llevaba años en mi estantería, nunca era el elegido, pero, gracias al club de
lectura “Una habitación propia”, que lo propuso en su ciclo “Animalario”,
le llegó su turno y yo no puedo estar más contenta.
Lou, una bibliotecaria solitaria, es enviada a una remota isla canadiense para catalogar la biblioteca de una vieja casa. Hasta ahí, todo bien. Pero en la isla también vive un oso, del que nadie le había hablado y con el que no sabe muy bien qué hacer.
Lo que empieza como una convivencia extraña se transforma en una exploración. Y en esa exploración, Lou se despoja de todo lo que la ciudad, el trabajo, la cultura, los cánones sociales y el patriarcado le han impuesto. Se convierte en otra. O quizás, por primera vez, en sí misma.
Oso no es una novela obscena, como se la ha tildado muchas veces. Es una novela cargada de simbolismo. Cada gesto, cada paisaje y cada silencio tienen peso. La isla no es solo un espacio físico: es un estado mental. Y el oso, más que un animal, es una presencia que encarna lo salvaje, lo maternal, lo erótico y la existencia de otras realidades.
Esta novela fue publicada en 1976 y su autora me genera una admiración inmensa: por el momento, por la valentía, por atreverse a mirar de cerca el mundo que nos rodea y enfrentarse a lo que nos hace vulnerables, para conseguir hacernos más libres. Y todo ello con una prosa contenida, que contrasta con la intensidad emocional de la obra y la incomodidad que provoca. Sin juicios. Sin explicaciones. Sin moralejas.
¿Es una fábula feminista? ¿Una metáfora de la liberación? ¿Una provocación literaria? Tal vez todo eso y más. Yo no sabría catalogarlo, pero lo que os aseguro es que no os va a dejar indiferentes.
I choose the bear too.
SLHLT
No hay comentarios:
Publicar un comentario