martes, 16 de septiembre de 2025

La invitada

Esta historia me ha encogido el corazón.

Alex, su protagonista, tiene 22 años y una belleza que el sistema le exige explotar. Tras ser expulsada de la casa de su amante en Long Island, y con la amenaza de un pasado que la persigue, se queda vagando por una zona que no le pertenece, aferrándose a fiestas ajenas, piscinas ajenas, vidas ajenas. No tiene plan, ni red, ni hogar. Solo la intuición de cómo moverse sin ser expulsada del todo.

Durante cinco días, sobrevive como puede: mintiendo, robando, fingiendo. Y lo hace con una mezcla de fragilidad y estrategia que provoca un desasosiego profundo. Me da pena Alex. Y me angustia su situación. Puedo sentir su dolor, su desarraigo, su soledad. Está condenada a comportarse como un accesorio, porque eso es lo que los demás esperan de ella. Pero se autoengaña, se cuenta que está bien, que todo está bajo control. Porque necesita seguir viviendo. Porque necesita sobrevivir. Y no sabe hacerlo de otra manera.

Emma Cline escribe de manera hipnótica, convirtiendo cada escena en una amenaza latente. No hay grandes giros, pero sí una tensión constante, como si el mundo estuviera a punto de cerrarse sobre Alex. Y tú, como lectora, no puedes dejar de mirar.

El final, ambiguo y extraño, puede incomodar a quienes buscan certezas. A mí me encanta. Me hace dudar, me obliga a releer, me deja pensando. Y me doy cuenta de que la autora ha jugado conmigo, con mis expectativas, con mi necesidad de cierre y la eterna búsqueda de finales felices. Sea lo que sea eso.

Os vais a reír de mí, pero mientras lo leía no dejaban de resonar en mi cabeza, una y otra vez, las palabras de la fantástica Henar Álvarez: “Mi ciela: ante la duda, tú la sugar”.

SLHT

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