<< La
mañana del domingo de Pascua de 1919, el pueblo de Perdido, en Alabama,
amaneció con un cielo despejado, de un rosa pálido y translúcido que no se
reflejaba en las aguas negras que desde hacía una semana anegaban por completo
el pueblo. El sol, inmenso y anaranjado, apenas asomaba por encima del pinar
que había más allá de lo que en su día había sido Baptist Bottom, el barrio más
bajo de Perdido. Aquel lugar, donde los negros emancipados se habían instalado
hacinados en 1865, y donde seguían haciéndolo sus hijos y nietos, era ahora
poco más que un amasijo de tablones, ramas de árboles y animales muertos e
hinchados. Del centro de Perdido no se distinguían más que el ayuntamiento, su
torre cuadrangular con un reloj en cada una de las cuatro caras, y el primer
piso del Hotel Osceola. Ya solo se podía recordar el cauce que los ríos Perdido
y Blackwater habían seguido hasta la semana anterior. Los mil doscientos
habitantes de Perdido se habían refugiado en puntos más elevado, y entretanto
el pueblo se pudría bajo una inmensa capa de agua negra y hedionda que apenas
había empezado a retroceder. Los frontones y los aguilones y las chimeneas de
las casas que no habían acabado destruidas y arrastradas por la riada
sobresalían de la superficie negra y brillante del agua estancada, como señales
de auxilio hechas de piedra, ladrillo y madera. Pero nadie respondía a su
llamada silenciosa, y los maderos flotantes, los detritos no identificables y
los restos de ropa y muebles chocaban entre sí y se amontonaban, formando nidos
pestilentes alrededor de aquellos dedos asomados. >>
Para la familia Caskey, que reina en Perdido desde hace generaciones, gracias a la riqueza y la posición que le proporciona su próspero aserradero, la llegada de Elinor desata una tensión que no se puede achacar solo a la riada. La joven se integra rápidamente en la vida del pueblo, se gana la confianza de Óscar y se convierte en una figura clave en la dinámica familiar, pero su presencia despierta recelos en Mary Love, la matriarca, que intuye que esa mujer oculta algo más que buenos modales.
Bajo la superficie de esta historia de ambiciones, herencias y rivalidades, se esconde una corriente oscura, a medio camino entre los sobrenatural y lo cotidiano, que se filtra entre las grietas de las relaciones familiares de los Caskey.
McDowell construye una atmósfera espesa y envolvente, donde el agua es símbolo de cambio, amenaza y renacimiento que os atrapará.
Aunque en este primer volumen la acción se dosifica, el final deja la puerta abierta a seguir leyendo. ¡No lo podréis evitar! Así que, mejor haceos con la colección completa antes de empezar a leerlo.
SLHLT
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