La infancia de Jesús
comienza y acaba con una huida.
Simón y David llegan a Novilla
huyendo de otro lugar. No son padre e hijo. No son ni tan siquiera sus
verdaderos nombres. Simón cuidará del niño hasta que encuentren a su madre. No
saben quién es. El niño tenía su nombre en un papel. Pero el papel se perdió.
Tras pasar unos días en el Centro
de Reubicación, les asignan un departamento para vivir. Uno de tantos. En
bloques de pisos iguales. Todo el mundo es amable. Simón encuentra un trabajo
en los muelles descargando trigo. Simón es más viejo que los otros hombres. Los
sacos pesan. Pero al final del día consigue unas monedas para poder comprar
fruta y verdura para David. Un niño tan pequeño no puede vivir solo de pan.
En Novilla es como si la gente haya olvidado voluntariamente el
pasado. No hay recuerdos. No hay dolor. No hay deseo. No hay carne. Eso sí: hay
pan.
Simón le encuentra una madre al niño e intenta apartarse. Aunque
no lo consigue. David es un niño especial. Diferente. Y esas diferencias se
agigantan cuando ha de ir a la escuela. No se adapta. No sigue las normas. Lo
consideran un pequeño peligro. Aquel no es su lugar. Y quieren meterlo en una
institución. No lo consentirán. ¡Huirán!
Coetzee, en esta obra nos presenta dos personajes
que se encuentran en una búsqueda permanente. La utopía una vez alcanzada les
desilusiona. Deberían adaptarse, como todos los demás, pero no lo consiguen.
Aquel no es tampoco su lugar en el mundo.
Nos encontramos con una novela solo simple en apariencia. Situada
en un escenario distópico, se trata de una historia críptica, casi filosófica,
y plagada de diálogos intensos que buscan encontrar el sentido de la
existencia.
Y por mucho que busquéis no encontraréis a ningún Jesús.
Me ha gustado su extraña oscuridad y lo mucho que me hizo
pensar, aunque haya sido dura de roer.
SLHLT
No hay comentarios:
Publicar un comentario