Otoño es un mundo dentro de una novela.
<< En todo el país había júbilo y tristeza.
En todo el país, lo que había ocurrido se retorcía como un cable que la tormenta hubiese arrancado del tendido eléctrico y azotara el aire por encima de los árboles, los tejados, el tráfico.
En todo el país, la gente pensaba que era un error. En todo el país, la gente pensaba que era un acierto. En todo el país, la gente tenía la sensación de que había perdido. En todo el país la gente tenía la sensación de que había ganado. En todo el país, la gente tenía la sensación de haber actuado bien y de que los otros se habían equivocado. En todo el país, la gente buscaba en Google: “¿Qué es la UE?” En todo el país, la gente buscaba en Google: “Mudarse a Escocia”. En todo el país, la gente buscaba en Google: “Solicitar el pasaporte irlandés”.

Esta es la historia de una desilusión. Como en el otoño añoramos los largos días en los que el verano nos aclaraba el pelo y nos calentaba la piel, también añoramos la vida que esperábamos tener y los caminos que hubiéramos querido recorrer.
Esta es la historia de una amistad. La curiosa amistad entre una niña y su anciano vecino. Entre sesudas conversaciones, lecturas, acertijos, películas, reflexiones sobre Arte y descubrimientos diversos, se va gestando una amistad única que perdurará en el tiempo y que les protegerá, en cierto modo, del mundo en el que les ha tocado vivir.
Esta es una historia de amor. Amor al Arte y a los artistas olvidados por el tiempo y por la gente; a los libros y a los autores: a Dickens, a Huxley, a Shakespeare, a Dylan, a Joyce… Del amor a los amigos, a la diversidad y a la diferencia, a pesar de que algunos pretendan presentarlos como una amenaza.
Y si aún no te he convencido, te diré que también es tierna, devastadora y divertida. Que la trama no es tan importante, aunque te conmoverá. Que es una historia de historias: de ideas que fluyen desde las páginas hasta el lector, que se convierte en cómplice y desea escuchar al menos una última vez un “Hola, ¿qué estás leyendo?” de labios de Daniel.
Hay que tener mucho oficio, además de creatividad y talento, para escribir una novela así. Y la señora Smith lo tiene.
Y un
aplauso enorme para Magdalena Palmer, la traductora, porque ha hilado
finísimo y no lo tenía fácil.
SLHLT