domingo, 30 de junio de 2024

Mirafiori

 << No me esperará dentro de la estación sino en la calle, apoyada en la puerta de un Fiat 131 Mirafiori con un Ducados en la boca para encenderlo con una cerilla en cuanto me vea, como si su director le hubiese dicho <<¡acción!>>. Todo parecerá casual, pero en su cabeza habrá transcurrido una y otra vez. Se habrá despertado pronto para probarse un montón de ropa, alguna aún con la etiqueta colgada para devolverla después, y terminar eligiendo, como siempre, el vestido corto negro y las botas altas negras que tanto me gustaron cuando la acompañé al festival de Sitges. Habrá estado delante del espejo una hora –lo sé porque la cronometraba-, y al final decidirá no maquillarse apenas, solo una sombra en los ojos, pero no porque ella se vea mejor sino porque sé que su rostro lavado es el mejor de todos los que usa en la vida y en las películas, incluido el rostro que me vio al límite de la muerte en nuestro piso en Madrid, al misma mirada de Faye Dunnaway a Warren Beatty cuando comprende en Bonnie & Clyde que los van a matar en segundos; esa belleza absoluta que solo aparece al fondo del terror, cuando ya todo da igual y lo que os pase os va a pasar a los dos al mismo tiempo, y nunca más se quedará ninguno solo, es decir, sin el otro. >>

Así empieza Mirafiori, una historia de amor a lo largo de cuatro décadas, entre una actriz, Valentina Barreiro, y un periodista, que nos lo cuenta todo. 

Una historia de amor que nace en un momento imposible, anudada por un secreto aún más imposible. 

Una historia de amor entre dos personas que se quieren y se hieren, que se separan y se buscan, que se reinventan y se añoran.

Una historia que termina. 

Pero imposible de cerrar…

Porque aquel secreto imposible, susurrado a escondidas de los labios de una adolescente, resulto ser posible.

Aunque nadie lo entienda.

Aunque nadie lo crea.

SLHLT

sábado, 15 de junio de 2024

No me gusta mi cuello

<< No me gusta mi cuello. Francamente. Si lo vieran tampoco les gustaría, aunque lo más probable es que, por educación, no lo confesaran. Si yo hiciera algún comentario, si dijera, por ejemplo: “Me horroriza mi cuello”, seguro que me responderían amablemente algo como “No sé de qué me hablas”. Mentirían, claro, pero se lo perdono. Yo digo mentiras así a todas horas: sobre todo a mis amigas, cuando me dicen que les fastidia tener bolsas en los ojos, o papada, o arrugas, o un flotador en la cintura, y me preguntan si creo que deberían operarse los párpados, hacerse un estiramiento facial, un tratamiento de bótox o una liposucción. Sé por experiencia que el “No sé de qué me hablas” es un mensaje cifrado y significa: “Entiendo lo que quieres decir, pero si crees que vas a liarme para que me pronuncie, estás loca”. Es peligroso, como todos sabemos, pronunciarse en estos casos. Porque si yo dijera: “Sí, sé perfectamente lo que quieres decir”, mi amiga podría ir derecha a operarse los párpados, por ejemplo, y la cosa podría no salir bien, y mi amiga podría convertirse en una de esas personas que salen en la prensa sensacionalista por querellarse contra su cirujano plástico porque no pueden volver a cerrar los ojos. Además, y esta es la clave: Todo sería Culpa Mía. Soy especialmente sensible al Todo Culpa Mía, desde que en 1976 una de mis amigas me aconsejó que no comprara un apartamento perfecto en la calle Setenta y cinco Este: nunca se lo he perdonado. >>

Divertida, irónica, ácida, inteligente, perspicaz… Nora Ephron era todo eso y mucho más. En esta recopilación de columnas publicadas en distintos medios de comunicación, la escritora y guionista nos habla, con mucho humor, de temas tan importantes como el amor, la muerte, la enfermedad, los hijos, la adolescencia, el matrimonio, el trabajo, la moda o la vejez. En definitiva: la vida.

No os la podéis perder.

SLHLT