Miguel es de Pucela,
aunque parece el Hércules de una película
americana. Pero es mucho más que hombros anchos y pelo acaracolado.
Miguel podría ser locutor de radio, de esos que cuentan
historias por las noches. Pero es mucho más que una voz profunda teñida de
nicotina.
Miguel se levanta todos los días para ir a trabajar, como tú y
como yo. Pero es mucho más que un funcionario público.
Miguel es poeta.
Y no un poeta cualquiera. Es un poeta generoso que lleva años
compartiendo con nosotros, cada día, un trocito de su alma.
Miguel comienza este libro agradecido y agradeciendo. Y eso
también es poesía. Eso también es Miguel.
Pasas las páginas y hay verdad. Y emoción. Y dulzura. Y dureza.
E ironía. Y amor. Sobre todo hay amor: a sus padres, a Lucía, a sus hijos, a la
poesía… ¡A la vida!
Y Miguel es alguien capaz de decirte que la poesía es levadura para las masas, y que ama la palabra porque será munición para mañana, que hay que saber desabrochar un sostén y saber decir te amo y
seguir viviendo como si nada. Porque
en teoría, todo es práctica.
Miguel pone en palabras lo que muchos no sabemos, lo que muchos
tememos… Y coloca la felicidad entre gofres
de chocolate y ocho horas de sueño. Y hasta se atreve a darnos las claves
para que podamos vivir con nosotros mismos: mirar, escuchar y callar. Pero en ese orden. No calles por callar.
Miguel cocina para su hijo la mejor omelette del mundo:
Mi mayor me pide
para cenar
una tortilla de francesas.
Y yo me arranco a reír,
me encomiendo a Poulard
y le doy gusto:
en plato ancho dispongo
a Jeanne D’Arc, Emmanuelle Riva,
Colette, Beauvoir, Duras
y Gavalda.
Y hacemos la tortilla más sabrosa
y libre de la historia.
Y volamos entre risas por la cocina.
Y damos gracias a Dios
por tenernos el uno al otro.
Y algo que cenar.
Miguel Herranz es también Miki Naranja.
Gracias.
SLHLT
Las ilustraciones de Taquen son estupendas y maridan a la perfección con los poemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario