La segunda parte de esta trilogía continúa en el punto exacto
donde terminó el anterior: ¡¡estalla la Revolución!!
Tristán y el Marqués escapan a la capital, donde
tienen una casa y no les faltará de nada. Allí se ponen en contacto con las
fuerzas vivas de la ciudad y pasan los días hablando y bebiendo, tratando de “buscar
una solución” pero sin entender los motivos del enemigo, y atrincherados en
lugar seguro mientras la ciudad es tomada y los muertos de uno y otro bando
alfombran las calles.
Apolonio
e Isolina, marchan junto a muchos más
mineros a la capital. Una vez allí, y ambos fusil en mano, harán lo que les manden: subir a lo alto de un edificio de varios pisos y disparar a todo aquel
que asome por la calle. Los días que allí pasan les servirán para establecer
una relación con los habitantes de la casa que han ocupado, para pensar y para
darse cuenta de muchas cosas:
<<...esto no es
como la mina. En la mina se muere Pompilio… pero no se mata>>
El autor trata este capítulo de la historia con mucha más
profundidad de lo esperarías en una novela gráfica. Dibuja crímenes de ambos
bandos e ilustra con detalle la toma de la fábrica de armas, la quema del
Campoamor, la torre de la catedral como nido de francotiradores, el intento de
volar por los aires esa misma catedral, la ilusión inicial, las disputas entre
los distintos comités, y el miedo de la gente en la ciudad y en los pueblos,
unos a los que se levantaron en armas y otros al ser conscientes del fracaso de
la revolución en el resto de España y al verse rodeados por ejércitos del
gobierno de la República por todos los flancos posibles.
<<Esto de la Revolución es una
milonga, porque nos dijeron que era el sueño de todos…
Pero era mentira. Era el
sueño de cada uno>>.
Ahora queda la tercera parte. Lo peor: las represalias. La
represión.
Muy bueno. Os lo recomiendo.
SLHLT
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