Seguro
que habéis oído hablar de Persépolis, una novela gráfica en la
que Marjane Satrapi nos relata las dificultades que entraña vivir en el
régimen teocrático islámico de Irán. Durante años no me cansé de recomendarla a
diestro y siniestro. Y después de haber leído Bordados, no me
queda más remedio que hacer lo mismo con ella.
¿De qué trata esta novela gráfica? Pues de algo tan sencillo y fundamental como es la sororidad o hermandad entre mujeres. De lo que hablan cuando están juntas y se sienten seguras alrededor de un samovar y lejos de ojos y oídos que las puedan juzgar. Este acto íntimo y sanador es algo que trasciende continentes y culturas y que ayuda a ventilar el corazón.
¿Y de qué
hablan estas mujeres? Pues de sus vidas, de sus preocupaciones, de anécdotas
divertidas, vergonzosas o que las atormentan, de amor, de sentido común, de engaños,
de matrimonios concertados y de la imposición de llegar vírgenes a ellos, del
doble rasero de la sociedad con las mujeres… Y de todo ello hablan sin tapujos,
con total naturalidad y de una manera divertida para poder ayudarse unas a
otras.
Detrás de
esta historia hay una verdad que todavía hay quienes se empeñan en negar: las
mujeres iraníes, como el resto de mujeres del mundo, quieren ser libres, independientes
y dueñas de sus destinos.
Magnífica.
SLHLT
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