<< Mi
madre es divina y suicida, como las mujeres norteamericanas de los años
cincuenta que se cansaban de sus maridos y metían la cabeza en el horno en el
que iban a hacer la tarta de cumpleaños. O que se atiborraban de barbitúricos
debido al brutal número de suicidios que los pusieron de moda. Pienso mucho en
esas mujeres: no querían casarse, y se casaron; no querían tener hijos, y los tuvieron;
no querían jabón para abrillantar suelos, y lo terminaron comprando. Mi madre
no soporta ese desfase entre lo que quiso y lo que tuvo. Supongo que en eso nos
parecemos. Yo no quería una madre como ella, y es todo lo que tengo.
>>
Este es
uno de esos libros que te hacen cerrar los ojos al terminarlo para digerir lo
que acabas de leer.
Irene Cuevas ha escrito una historia que no se parece a nada de lo que he leído últimamente.
Y eso me encanta.
Hay una madre ingresada en un psiquiátrico que bebe Colacao con galletas como si fuera un ritual sagrado, mientras piensa en cómo acabar con su vida; hay una víctima que se convierte en objeto de deseo, y hay una asesina a sueldo que no sabe si está matando por dinero, por amor o por desesperación.
Pero no penséis que se trata de una historia de sicarios ni de crímenes. Es una historia de vínculos, de heridas, de amor retorcido y de ternura inesperada.
Si la premisa ya es de por sí original, la forma de contarlo la complementa a la perfección.
Con una voz mezcla de sarcasmo, lucidez y fragilidad, la protagonista nos va enseñando retales de su vida y de la de los que se cruzan en su camino. Y esa voz pasa del humor más negro al lirismo sin pedir permiso, haciéndote tanto reír con culpa, como dejándote el corazón en carne viva.
Me ha maravillado y solo puedo recomendárosla.
SLHLT