Sol de mayo
comienza en punto exacto donde Manzini nos dejó en la anterior
entrega, Una primavera de perros.
Rocco Schiavonne no
está en su mejor momento, y eso que el sol comienza a calentar el valle de
Aosta, dejando que la primavera se abra paso en todo su esplendor y mostrando
la belleza de un paisaje antes escondido bajo la nieve. Pero los trágicos
acontecimientos con los que terminó el libro anterior hacen que el subjefe se
encuentre de baja y hundido en un profundo pozo de culpa, odio y resentimiento.
Su pasado regresa una y otra vez y nunca viene acompañado de
nada bueno.
Pero aunque Rocco
pueda pensar que está solo, no es así: Loba,
el cachorro que rescató, sus amigos de Roma y sus compañeros de la comisaría le
ayudarán a salir adelante y a ponerse en forma, no solo para resolver el caso
que se traen entre manos, sino también para buscar a los asesinos de su amiga,
y para tratar de superar de una vez por todas la muerte de su mujer..
Además, el secuestro de Chiara
seguirá dando coletazos, la aparición de un antiguo criminal reconvertido en
empresario del vino traerá sorpresas; la aparente muerte en la cárcel, a causa
de un infarto de un mafioso de medio pelo, puede que no sea tal…
¡Rocco tiene mucho trabajo por delante!
Y lo llevará a cabo, como
siempre, a su manera: con mal humor, ironía, un gran instinto policial y muy
mala leche. Aunque, para ser justos, hay que decir que el subjefe se está
empezando a ablandar y a adaptar a esta nueva vida, aunque él no lo quiera
reconocer.
Manzini ha creado un personaje genial. Y con cada
nueva entrega lo va redondeando más y mejor.
Muy recomendable.
SLHLT
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