Ponferrada. 1958.
Ana y Sara tosen. Tienen catarro. Unos pasos apresurados y
nerviosos se acercan por el pasillo. Es su padre. Se asoma a la habitación que
comparten a los pies de la Central Térmica de Compostilla y las observa
preocupado…
Tienen 4 y 5 años y casi son una. Dos hermanas que no se separan
nunca, dos niñas “termicanas” para
las que la central es el escenario mágico de juegos y rutinas. Estas dos niñas
crecerán juntas, descubriendo un mundo exterior distinto a lo que habían
conocido: más áspero más cruel y más oscuro que el polvo de carbón que todo lo
cubre, y que dejarán atrás al marcharse a Madrid.
Madrid es muy distinto a lo que imaginaban. Lleno de
posibilidades, pero también lleno de decepciones. Su padre estudiará la carrera
que no le permitieron hacer en su día, una nueva hermana viene en camino y la
adolescencia transformará sus días de niñas.
Y la muerte. La muerte condicionará la vida de Sara. Su futuro.
Sus elecciones. La forma de afrontar la vida, sus estudios, la profesión que elige.
1971.
<<Tengo la certeza de que
no somos pompas de jabón. El motivo de vivir no puede ser pasarlo bien. Ha de
ser dejar huella.
Mi madre se ha quedado muy
delgada, viste de negro por completo. Tampoco habla apenas, pero una tarde le
cuento mis sospechas de que la contaminación de la Térmica haya tenido que ver
con nuestras muertes. Mi madre parece haberlo pensado también y, tras un
prolongado silencio mirando hacia el suelo dice:
- Fuimos muy felices allí, en
la Térmica, pero a ellos dos les costó la vida.>>
En este libro Sara Velasco recuerda con emoción
trece años de su vida. Su vida al lado de su hermana Ana. Y lo cuenta en primera
persona, porque lo ha vivido, porque lo ha sentido, porque lo ha sufrido, porque
lo ha tratado de superar y de olvidar, pero no ha podido… Y tampoco ha querido.
Por eso ha investigado y este libro es algo más que unas memorias nostálgicas
de un tiempo que nunca ha de volver, también es una acusación a los que
pusieron por delante el desarrollismo a cualquier precio, sin importarles la
vida de la gente que lo llevó a cabo. Lo que para algunos son simples daños
colaterales, para otros es la salud y la vida.
Me ha gustado mucho. Quizás porque ese mundo que describe lo
reconozco en las historias que mi abuela me contaba. Quizás porque vivo en una
ciudad industrial donde nos están envenenando poco a poco, sin que parezca
importarle a nadie, quizás porque enseño esos procesos industriales necesarios
para transformar la energía calorífica de los combustibles fósiles en energía
eléctrica, o quizás porque en mi ADN el carbón también está presente.
Muy recomendable.
SLHLT
No hay comentarios:
Publicar un comentario