<< Las
moscas no hablan, ¿okey? Vivimos en un país de moscas. Vuelan a nuestro
alrededor. Las moscas son la nación de las ideas, una nación que zumba, zumba, zumba
encima de la cabeza de Calia. A ella, como siempre, no le importa, tan concentrada
está en su dibujo del elefante. El dibujo, anatómicamente preciso, es más que
la sumatoria del calor veraniego y del aburrimiento. Calia no levanta la
mirada. Una de las moscas gordas se posa en su frente y deambula por aquella
senda de poros, vellos y sudor, mueve las alas, se las limpia, qué buen lugar
ha escogido la mosca para mirarlo todo, para contemplar el dibujo del elefante
y hacer una apreciación artística, una valoración crítica >>.
Los protagonistas son un padre tartamudo que cae en desgracia a los ojos del cacique de la nación, una madre ausente que ama sus zapatos de tacón por encima de todas las cosas, tres hijos peculiares: el mataconejos, la follapuentes y la pequeña pintora muda que es capaz de hacer que sus dibujos cobren vida, y moscas, muchas moscas, muchííííííísimas moscas.
Al perder el favor del líder del país, el “Abuelo Bigotes”, el padre de familia comienza a establecer su propia dictadura en el interior de su hogar. Puertas y ventanas cerradas, castigos y represión como herramienta educativa fundamental para erradicar cualquier atisbo de rebeldía e insubordinación, y como correctivo antes los peculiares comportamientos de sus vástagos.
Lo único que puede entrar y salir de entre esas cuatro paredes son las moscas. Moscas y más moscas. ¿De dónde sale tanta mosca? Es como si apareciesen de la nada.
Si quieres “leer diferente” esta es tu historia. Irreverente, brutal, singular, atroz y mágica.
SLHLT
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