<< No
creo en Dios desde hace treinta años. Para ser precisa, debería decir que hace
treinta años me atreví a confesarlo. Tal vez no creía desde tiempo antes. No se
abandona “la fe” de un día para otro. Al menos no fue así para mí. Aparecieron
algunas señales, síntomas menores, detalles que, al principio decidí ignorar.
Como si estuviera germinando dentro de mí una semilla que, tarde o temprano,
reventaría y abriría la tierra para salir a la superficie como un tallo verde,
tierno, débil aún, pero decidido a crecer y gritar a quien quisiera oírlo: “No
creo en Dios” >>.
Ana, hija menor de una familia de clase media, conservadora, tradicional y religiosa, como tantas, aparece asesinada. El tiempo se para. Se ralentiza. Pero el culpable no aparece y todos parecen dispuestos a olvidar. Treinta años después su hermana Lía, desde el otro lado del mundo, recibe una extraña visita junto con las cenizas de su padre. Algo se vuelve a abrir y el nudo en el pecho despierta, molesta, duele y late. Quizás haya llegado el momento de descubrir la verdad.
Esta historia va mucho más allá de la investigación de un asesinato. Esa búsqueda es la excusa para desenterrar algo más profundo: secretos, prejuicios, la doble moral escondida detrás del agua bendita y los padrenuestros, y el odio vestido de buenas intenciones.
Leed a Claudia Piñeiro. Es oro puro.
SLHLT
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