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Disculpe, estoy buscando la taberna Kamogawa, ¿sabe dónde es?
- ¿La
taberna…? Ah, es la segunda pasando aquella esquina – respondió el hombre de un
modo maquinal señalando hacia la derecha con un dedo.
Kuboyama
se dirigió hacia allí y, tras cruzar la calzada, se plantó frente a una vieja
construcción de dos plantas que parecía cualquier cosa menos un negocio en
marcha. Dos cuadrados blancos estampados a brochazos marcaban los lugares donde
en su día debían de haber estado el rótulo y el escaparate. Pese a todo, no
emanaba el aire sombrío y tétrico de las casas abandonadas, sino el calorcillo
humano característico de los restaurantes y tabernas en funcionamiento, y si su
apariencia lastimosa no atraía a los forasteros, el olor que flotaba alrededor
invitaba a ignorar la primera impresión y entrar. Además, del interior parecía
brotar el rumor de una alegre charla. >>
Este libro consta de seis historias independientes que tienen la misma estructura: una persona se acerca a la taberna donde padre e hija, convertidos en detectives gastronómicos, escuchan su historia. Y ese recuerdo siempre va asociado a un plato de comida. Los Kamogawa le hacen las preguntas que consideran oportunas y la invitan a volver en unos días. Durante ese tiempo se dedican a investigar a la persona que les ha demandado sus servicios y el contexto del plato que pretende que reproduzcan. Cuidan todos los detalles, desde el agua utilizada en la cocción, hasta la vajilla en la que le será servida.
Cuando el cliente vuelve y prueba los platos, se desbordan las emociones.
¿Qué precio le pondrías a un plato que te haga evocar tus recuerdos más queridos?
Novela ideal para saborear en vacaciones y para limpiar el paladar entre lecturas de mayor intensidad.
Deliciosa.
SLHLT
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