Lexie tiene
21 años y la acaban de expulsar de la universidad. Son los años cincuenta y su
pecado fue cruzar una puerta de uso exclusivo para hombres. Le piden que se
disculpe para permitirle licenciarse, pero ella se niega. Quiere irse de allí,
lejos de la universidad, de su casa y de sus padres. Tiene un poco de dinero
ahorrado y un plan: cualquier día de estos se marchará a Londres y buscará
trabajo como mecanógrafa. En estas se encuentra cuando observa a un hombre
husmeando a través del seto de su jardín. Es Innes Kent y se ha perdido, pero no puede dejar de mirar a esa
muchacha.
Cincuenta años después, también en Londres, una pareja acaba de
tener un su primer hijo. Son Elina y Ted. Ella es artista y él trabaja en el
mundo del cine. Se conocieron casi por casualidad, ella acababa de dejar a su
anterior pareja y él le alquilo el ático de su casa… Pero de eso ya hace mucho
tiempo. Elina casi se muere en el
parto. Algo se torció. Ted no sabe si
fue una negligencia o simple mala suerte, pero Eli perdió más de dos litros de sangre y no recuerda nada.
Poco después de llegar a Londres, Innes vuelve a entrar en la vida de Lexie. Es el editor de una revista de arte llamada Elsewhere y, cual Pigmalión, le enseñará los secretos del oficio y de su propia vida.
Mientras Elina se va
recuperando poco a poco, Ted comienza
a alejarse. Casi no tenía recuerdos de su infancia, pero con la llegada del
niño, aún sin nombre, imágenes muy vívidas vienen a su mente: un hombre que le
saluda mientras él lo ve alejarse desde la ventana, una mujer en un vestido
rojo sobre el que resbala… ¿Quién es esa gente? Nada le cuadra.
Así comienza esta novela maravillosa. Dos historias que
aparentemente nada tienen en común, están mucho más conectadas de lo que
podríais imaginar. La autora teje esas dos tramas y va perfilando cada una de
ellas para que el lector complete el puzle que le presenta.
No voy a descubriros yo que Maggie O’Farrell es una magnífica
narradora, que convierte en magia lo cotidiano y sabe cómo transmitir la
emoción contenida como nadie. Pero me ha gustado tanto,
que necesito que la leáis y sintáis, como yo sentí, la necesidad de volver a
notar el tacto y el calor de esa primera mano que sostuvo la mía.
SLHLT
Como dices son dos relatos aparentemente independientes, pero hacia el final es muy bonito como convergen, y la intensidad de sentimientos que transmite.
ResponderEliminarUn abrazo
A mí me emocionó muchísimo. Me alegra que a ti también te haya gustado y que te pases por aquí para compartirlo en el blog.
EliminarOtro abrazo.