Marina tiene 9 años y nos enseña su mundo.
Mejor dicho, el mundo a través de sus ojos.
Una madre joven y enferma que canta como
los ángeles y no le deja decir tacos. Un padre ausente al que no sabe si echa
de menos. Gafas grandotas. Libros leídos a escondidas. Dos amigos en este cole.
Pero habrá que decirles adios porque se vuelven a mudar de casa y toca empezar
de nuevo. Revistas para mayores. Una abuela maravillosa con la que se entiende
mejor que nadie, enamorada hasta las trancas de Felipe González y del recuerdo
de sus maridos. Una abuela que hace que la vida parezca fácil, que le hace ropa
a ella y a sus muñecas, que le deja dormir hasta tarde y le trae churros para
desayunar.
Y el verano caluroso y pegajoso de Sevilla,
donde todo se para a mediodía y resurge de sus brasas al anochecer. Un verano
con su abuela, pues a su madre la tienen que volver a operar y no le deja ir a
verla porque le dan miedo los hospitales. Pero a Marina no le dan miedo. Le
encantan. Y los médicos también. ¿Dónde va a estar más segura? Lo que sí le
asusta es no volver a verla. Y que no le cuenten cosas porque es pequeña. Ella
quiere saberlo. Y poder despedirse cuando llegue el momento. Pero no le hacen
mucho caso.
Marina no lo sabe. Pero este será el último
verano de su infancia. Su cuerpo lo dice. A veces palpita. Y le gusta esa
sensación. Sus muñecas se besan, se tocan y se levantan la falda cuando
los mayores no miran. Y ella también
querría hacerlo, pero cuando llega el momento se asusta, a pesar del deseo.
Y al final del verano puede volver con su
madre y su novio friki y tartamudo.
Volver. Pero a una casa nueva. Con piscina comunitaria. Y muchas niñas. Niñas
con las que se entiende. Y que dicen en voz alta lo que ella tiene en su
cabeza. ¡Qué lejos queda ahora el barrio de la abuela!
¡No os podéis imaginar lo que me ha tocado
el alma esta novela!
A mí, que soy la reina del vivir el
presente y de las huidas hacia delante adormilando el pasado en vapores de
cloroformo, me ha hecho recordar sensaciones y pensamientos de una Raquel
preadolescente que no entiende muy bien el mundo, porque los adultos hacen y
dicen cosas distintas, y que lo explora con precaución porque tiene miedo de
todo. Yo me reconozco en esa Marina de 9 años. Y me encanta cómo la autora se
mete en su piel y habla con su voz.
Es una primera novela maravillosa.
Os encantará.
SLHLT
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