miércoles, 12 de junio de 2019

Vozdevieja

Marina tiene 9 años y nos enseña su mundo. Mejor dicho, el mundo a través de sus ojos.

Una madre joven y enferma que canta como los ángeles y no le deja decir tacos. Un padre ausente al que no sabe si echa de menos. Gafas grandotas. Libros leídos a escondidas. Dos amigos en este cole. Pero habrá que decirles adios porque se vuelven a mudar de casa y toca empezar de nuevo. Revistas para mayores. Una abuela maravillosa con la que se entiende mejor que nadie, enamorada hasta las trancas de Felipe González y del recuerdo de sus maridos. Una abuela que hace que la vida parezca fácil, que le hace ropa a ella y a sus muñecas, que le deja dormir hasta tarde y le trae churros para desayunar.

Y el verano caluroso y pegajoso de Sevilla, donde todo se para a mediodía y resurge de sus brasas al anochecer. Un verano con su abuela, pues a su madre la tienen que volver a operar y no le deja ir a verla porque le dan miedo los hospitales. Pero a Marina no le dan miedo. Le encantan. Y los médicos también. ¿Dónde va a estar más segura? Lo que sí le asusta es no volver a verla. Y que no le cuenten cosas porque es pequeña. Ella quiere saberlo. Y poder despedirse cuando llegue el momento. Pero no le hacen mucho caso.

Marina no lo sabe. Pero este será el último verano de su infancia. Su cuerpo lo dice. A veces palpita. Y le gusta esa sensación. Sus muñecas se besan, se tocan y se levantan la falda cuando los  mayores no miran. Y ella también querría hacerlo, pero cuando llega el momento se asusta, a pesar del deseo.

Y al final del verano puede volver con su madre y su novio friki y tartamudo. Volver. Pero a una casa nueva. Con piscina comunitaria. Y muchas niñas. Niñas con las que se entiende. Y que dicen en voz alta lo que ella tiene en su cabeza. ¡Qué lejos queda ahora el barrio de la abuela!

¡No os podéis imaginar lo que me ha tocado el alma esta novela!

A mí, que soy la reina del vivir el presente y de las huidas hacia delante adormilando el pasado en vapores de cloroformo, me ha hecho recordar sensaciones y pensamientos de una Raquel preadolescente que no entiende muy bien el mundo, porque los adultos hacen y dicen cosas distintas, y que lo explora con precaución porque tiene miedo de todo. Yo me reconozco en esa Marina de 9 años. Y me encanta cómo la autora se mete en su piel y habla con su voz.

Es una primera novela maravillosa.

Os encantará.
SLHLT

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