viernes, 9 de septiembre de 2022

Carcoma

<< Cuando crucé el umbral, la casa se abalanzó sobre mí. Siempre pasa lo mismo con este montón de ladrillos y mugre, se lanza sobre cualquiera que atraviese la puerta y le retuerce las tripas hasta dejarle sin respiración. Mi madre decía que esta casa hace que se te caigan los dientes y se te sequen las entrañas, pero mi madre se fue de aquí hace mucho y yo no me acuerdo de ella. Sé que decía eso porque me lo ha contado mi abuela, aunque no hubiese hecho falta porque yo ya lo sé. Aquí se te caen los dientes y el pelo y las carnes y a la que te descuidas te andas arrastrando de un lado para otro o te echas en la cama y no te levantas más >>.

Una nieta vuelve a casa de su abuela en un pueblo de la Mancha tras una desavenencia con una de las familias más ricas del pueblo. Una casa que, aunque se desmorona, sigue dando cobijo a sus dos habitantes, como una crisálida asfixiante.


En esa casa a la que vuelve no están ellas solas: viven las sombras de otras almas que un día también habitaron esas cuatro paredes, los secretos que nunca fueron gritados, el odio que crece junto a la humedad, por los rincones, y en los cajones a los que nunca llega el aire, la indignidad acumulada por negarse a uno mismo… Y esa casa, que respira, que late, que grita, y que sangra, está pidiéndoles que abran las puertas y las ventanas, que su hedor llegue a todos los que miran para otro lado como si no existiera, para que arruguen la nariz y no puedan negarla. Esa casa exige venganza.


Dos narradoras: abuela y nieta. Y una casa como testigo de la injusticia, de la misoginia, de la brutalidad, de la pobreza y de la violencia sistemática hacia los que se asumen serviles, pero que van acumulando odio por dejarse someter y tragar con todo.


Maravillosa, brutal y diferente.


SLHLT

 

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