<< La
luz del día comienza a caer rápidamente. Es la oscuridad que se aproxima y no
es una anochecer uniforme y lento. Es como si la tierra estuviera siendo engullida,
devorada con codicia, yendo a parar a los abismos de un dios, a las entrañas
donde todo se originó.
En el principio había oscuridad. Tal vez
en el final también haya solamente eso >>.
El final es inminente. Una epidemia ha acabado con todos los animales y el ser humano parece seguir el mismo destino. Por ello, una ley les prohíbe salir de sus casas. Solo el personal autorizado puede deambular por carreteras y caminos.
Recogiendo
animales muertos de la carretera, para transformarlos en abono, se encuentra Edgar
Wilson, antiguo trabajador de un matadero. Le acompañan Bronco Gil,
exconvicto superviviente de la colonia penitenciaria Melquíades, y Tomás,
un cura que ha abandonado los hábitos. Tres personajes imposibles que, juntos, tratan
de actuar con justicia mientras desentrañan que detrás de toda esa locura hay
algo más: políticos y militares están en el ajo. Y lo que están haciendo no se
organiza de un día para otro.
Lo divino
y lo humano se mezclan en esta historia apocalíptica y singular. El fin del
mundo es una realidad, la causa es la que no está clara. ¿Es la furia de Dios?
¿Es la naturaleza revolviéndose ante el ultraje constante al que ha sido
sometida? ¿Es la conspiración de una parte de la humanidad para hacer
desaparecer a los que no interesan en el nuevo orden?
Plagas de
langostas, quemas de poblados, campos de muerte, demonios habitando cuerpos… Y
tres individuos, sin nada que perder, que tratan de sobrevivir, de entender y
de hacer lo correcto.
La
escritura de Ana Paula Maia es diferente, atrevida y salvaje. Y sus personajes:
redondos y maravillosamente dibujados.
¡Imprescindible!
SLHLT
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