miércoles, 7 de febrero de 2018

La balada del norte. Tomo 1.

El convulso siglo XX.
Tristán es un señorito de provincias que vive en Madrid y que a pesar de participar en diversos proyectos editoriales, no se gana la vida con ellos. Es el dinero de su padre, el Marqués de Montecorvo, el que lo paga todo. Pero su salud no es buena. Y el tipo de vida que lleva no ayuda en nada a que se cure. Por ello vuelve al norte, a casa, a Asturias. Allí se encontrará una realidad distinta a la que un día dejó: la miseria es grande, las diferencias entre ricos y pobres cada día son mayores y el pueblo, los mineros, están organizándose. El olor a revolución está en el aire.
Apolonio es un minero asturiano. Lleva toda la vida en la mina. Es un hombre rudo y fuerte y tiene el respeto de todo el mundo. Su palabra no es ley, pero casi. Por eso los dirigentes de los sindicatos tratan de ganárselo, pues saben que tras él, irán los demás mineros. Apolonio no “se casa con nadie” pero la mina, ya de por sí dura, se vuelve insoportable con los abusos de los ingenieros, y el escaso valor que el patrón da a su trabajo y a sus vidas, harán que Apolonio tome una decisión: luchar.
El nexo de unión entre ambas historias lo establece Isolina, hija de Apolonio, que trabaja en casa del Marqués, donde conocerá a Tristán y con el que comenzará una historia de amor.
Esta novela gráfica es la primera parte de una trilogía, La balada del norte, dispuesta a mostrar mediante una ficción en viñetas, lo acontecido en Asturias y en España durante la Revolución del 34. En este primer tomo, el autor nos presenta a los personajes y nos enseña el contexto, la atmósfera y el caldo de cultivo de la revolución en los meses previos a octubre del 34.
Alejandro Zapico nos muestra en esta obra un trabajo de documentación enorme y un amor por el detalle inmenso. Las ilustraciones, todas en blanco y negro, son fantásticas, y el recurso de utilizar hojas completamente negras para ilustrar las partes de la historia que se desarrollan en el interior de la mina, le dan aún más fuerza a la misma.
No sé si será porque soy de la tierrina, pero me ha gustado y emocionado a partes iguales. Y, personalmente, creo muy necesario el descorrer el velo y dejar que llegue la luz a los rincones de esa primera mitad del siglo XX que algunos tanto se empeñaron en tapar.

Estoy deseando leer los siguientes volúmenes.
SLHLT

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