El convulso siglo XX.
Tristán es un
señorito de provincias que vive en Madrid y que a pesar de participar en
diversos proyectos editoriales, no se gana la vida con ellos. Es el dinero de
su padre, el Marqués de Montecorvo, el
que lo paga todo. Pero su salud no es buena. Y el tipo de vida que lleva no
ayuda en nada a que se cure. Por ello vuelve al norte, a casa, a Asturias. Allí
se encontrará una realidad distinta a la que un día dejó: la miseria es grande,
las diferencias entre ricos y pobres cada día son mayores y el pueblo, los
mineros, están organizándose. El olor a revolución está en el aire.
Apolonio es un
minero asturiano. Lleva toda la vida en la mina. Es un hombre rudo y fuerte y
tiene el respeto de todo el mundo. Su palabra no es ley, pero casi. Por eso los
dirigentes de los sindicatos tratan de ganárselo, pues saben que tras él, irán
los demás mineros. Apolonio no “se
casa con nadie” pero la mina, ya de por sí dura, se vuelve insoportable con los
abusos de los ingenieros, y el escaso valor que el patrón da a su trabajo y a
sus vidas, harán que Apolonio tome una
decisión: luchar.
El nexo de unión entre ambas historias lo establece Isolina, hija de Apolonio, que trabaja en casa del Marqués, donde conocerá a Tristán y con el que comenzará una
historia de amor.
Esta novela gráfica es la primera parte de una trilogía, La
balada del norte, dispuesta a mostrar mediante una ficción en viñetas,
lo acontecido en Asturias y en España durante la Revolución del 34. En este
primer tomo, el autor nos presenta a los personajes y nos enseña el contexto,
la atmósfera y el caldo de cultivo de la revolución en los meses previos a
octubre del 34.
Alejandro Zapico nos
muestra en esta obra un trabajo de documentación enorme y un amor por el
detalle inmenso. Las ilustraciones, todas en blanco y negro, son fantásticas, y
el recurso de utilizar hojas completamente negras para ilustrar las partes de
la historia que se desarrollan en el interior de la mina, le dan aún más fuerza
a la misma.
No sé si será porque soy de la tierrina, pero me ha gustado y emocionado a partes iguales. Y,
personalmente, creo muy necesario el descorrer el velo y dejar que llegue la
luz a los rincones de esa primera mitad del siglo XX que algunos tanto se
empeñaron en tapar.
Estoy deseando leer los siguientes volúmenes.
SLHLT
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