jueves, 26 de abril de 2018

Stitches

Imaginaos un niño sin voz en una casa muda en el Detroit de los años 50. Nadie dice nada. Nadie escucha a nadie. Nadie se comunica.
Una madre amargada y frustrada consigo misma y con la vida que lleva, que trata con frialdad y falta total de empatía a sus dos hijos.
Un padre médico que pasa casi todo el día en el hospital y cuando llega a casa baja al sótano a golpear con saña el saco de boxeo y que cree que puede curar todas las enfermedades de David con Rayos X.
Un hermano mayor que aporrea con frenesí su batería.
¿Qué le queda al pequeño David? Le salvará la lectura, una gran imaginación y sus dibujos. Él quiere ser como Alicia y perseguir a un conejo blanco hasta su madriguera, para escapar de allí y llegar al país de las maravillas.
Pasados unos años le detectan un bulto en el cuello. Parece un quiste. Hay que extirparlo, pero no corre prisa. La medicina es cara y en su casa no sobra el dinero. O ese le dicen
El día que le van a quitar el bulto, algo se complica y David, tras la operación, se despierta con un costurón que le atraviesa el cuello de arriba abajo, y sin cuerdas vocales. David ya no puede hablar.
Un día descubre que ha tenido cáncer y que nadie le ha dicho nada. Su frustración y su ira aumentan. Su comportamiento empeora. Pero ni así consigue llamar la atención de unos padres que hacen como si no hubiera pasado nada.
Y va al psiquiatra. Su conejo blanco. El que empieza a ver en él algo más que a un pobre diablo. Que valora sus dibujos y que le da la fuerza para creer en sí mismo, irse de casa y empezar de cero.

Stitches es una novela gráfica diferente. Es una especie de obra catártica, con la que el autor trata de soltar parte del lastre que lleva arrastrando toda la vida y compartirlo con el lector, o más bien espectador, pues sus viñetas son muy poderosas y casi cinematográficas.
David Small, nos dibuja y nos cuenta su terrible infancia entre adultos fríos, siniestros y egoístas que no saben tratar a los niños. En una casa donde nadie habla y nadie escucha, su voz no es importante. Y menos aún si una enfermedad lo priva de ella. A partir de ese momento, sin ser él muy consciente de ello, comienza su reconstrucción. Y serán sus dibujos los que hablen por él.
Os la recomiendo.

SLHLT

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