miércoles, 24 de octubre de 2018

La retornada

<<A los trece años ya no conocía a mi otra madre.
Subía con trabajo la escalera de su casa con una maleta incómoda y una bolsa llena de zapatos revueltos. En el descansillo me recibieron el olor a fritura reciente y una espera. La puerta no quería abrirse, desde dentro alguien la sacudía sin una palabra y trajinaba con la cerradura. […]
Tras el chasquido metálico apareció una niña con las trenzas flojas, hechas hacía días. Era mi hermana, pero no la había visto nunca. Apartó la hoja para dejarme entrar, sin quitarme de encima sus ojos penetrantes. Por entonces nos parecíamos más que de adultas.>>
Así comienza La retornada de Donatella Di Pietroantonio.
Trece años y no entiendes nada. ¿Qué has hecho mal? Nadie te lo explica. Pero ya no puedes vivir en tu casa. Ni dormir en tu cama. Ni ver a tus amigas. Ni volver a la casa de la playa. Ni hacer ballet. Ni ir a la piscina. Ni ponerte a escondidas el perfume de mamá.
Mamá, mamá, mamá, mamá, mamá, mamá… ¡Mamááááá!
Dicen que no es tu madre. Que nunca lo ha sido. Que tienes otra madre. Y otro padre. Y muchos hermanos. Y que has de irte a vivir con ellos. Lejos de la ciudad. Lejos de tu vida. Lejos de tu madre. La que ya no es tu madre, pero que hasta hace unos días te peinaba como si lo fuera. Crees que está enferma y no te puede cuidar. La dejasteis en la cama antes de ir a la nueva casa. Tu padre, al que ahora has de llamar tío, sube el equipaje detrás de ti y luego se va. Te deja allí. Sola. Con ellos. No tienes ni una cama propia. Y duermes cabeza con pies con Adriana, tu hermana pequeña, que se hace pis todas las noches. Y Sergio se mete siempre contigo. Y Vincenzo… te mira despacio.
Así ha de comenzar tu nueva vida. Porque te han devuelto. Porque un día te entregaron… 
Y nadie te explica el porqué.
Me ha gustado mucho más de lo que esperaba. La autora, en capítulos breves y sencillos y, con una protagonista con voz, pero sin nombre, es capaz de crear una atmósfera creíble donde se mastica el rechazo de una madre, la incomprensión de una hija, y en la que a cada paso palpita el temor al abandono, a la miseria y al hambre, y donde el contrapunto lo pone el haber descubierto la ternura y el amor incondicional hacia una hermana recién encontrada. 
Me duró una tarde.
SLHLT

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