Esta historia comienza donde terminó Un hijo: Guille consiguió
su objetivo y, con la ayuda de su Mary
Poppins particular, logró que su padre comenzase a curar sus heridas y a
asumir la pérdida de su mujer.
Las fiestas de Navidad han sido diferentes pues Nazia las ha
pasado con ellos. Al detener a su familia por un problema con los pasaportes
cuando trataban de salir del país, Guille y su padre la acogieron, y ahora
Nazia y Guille son como hermanos, “aunque
aún no les hayan hecho la transfusión”.
Pero Nazia está rara. Parece feliz y tranquila, pero algo le
preocupa. Tiene una llave colgada del cuello, esconde una foto en la que tiene
los ojos azules y está obsesionada con La Cenicienta. Nazia tiene un secreto.
Con la llegada de una niña nueva a clase, “de Albinia”, su círculo de amigos crece y los tres juntos, sin
pretenderlo, se harán más fuertes para sobrevivir a una realidad demasiado
cruda para cualquiera de ellos.
Este libro es Alejandro Palomas en estado puro. Y, como en el
anterior, lo mejor de todo es Guille: personaje maravilloso donde los haya, cándido
y duro a la vez, con el que es inevitable sonreír cuando consigue que veas el
mundo a través de sus ojos.
Aunque me gustó más Un hijo, esta segunda parte ha
estado a la altura.
Seguro que lo disfrutáis.
SLHLT
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