Con la excusa de contarle a Matilda quién es, para que lo pueda
leer cuando sea mayor, el escritor repasa su larga vida en forma de carta. Y su
vida, es la historia del convulso siglo XX, vista a través de sus ojos: desde
la subida al poder de Mussolini hasta la crisis económica de comienzos del
siglo XXI.
En esta hermosa carta, Camilleri repasa su niñez, su juventud,
su madurez y su vejez. Y estas son las de un hombre incansable y luchador que
ha tratado siempre de ser fiel a sus principios, que nunca ha temido decir lo
que piensa, aunque eso le trajera más de un problema en lo personal y lo
profesional, y que no ha dejado de aprender, incluso de los errores.
La
primera es que el lobo no es, como te han contado en los cuentos, malo. El lobo
no es ni malo ni bueno; eso son sólo adjetivos que le colgamos sin que se
entere siquiera; el lobo muerde solamente cuando tiene hambre. El hombre muerde
no por hambre, sino por envidia, por celos, por rivalidades, y eso, a
diferencia de lo que ocurre con el lobo, lo hace culpable.
Otra cosa que he aprendido es que, desde
luego, dos más dos no siempre son cuatro; la experiencia me ha enseñado que dos
más dos pueden ser tres, o incluso cinco. […]
Ya
para acabar, lo último que he aprendido es que siempre debemos tener una idea y
aferrarnos a ella con firmeza, pero sin sectarismos, escuchando siempre a
quienes sostienen otras convicciones, defendiendo nuestras razones con
determinación, explicándolas una y otra vez, e incluso, por qué no, llegando a cambiar
de idea.
Recuerda
que, derrotada o victoriosa, no hay bandera que no destiña al sol. >>
¡¡Os va
a encantar!!
SLHLT
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