sábado, 9 de mayo de 2020

Cometierra

-         Los muertos no ranchan donde los vivos. Tenés que entender.
-         No me importa. Mamá se guarda acá, en mi casa, en la tierra.
-         Aflojá de una vez. Todos te esperan.
-         Si no me escuchan, trago tierra.

Cometierra, le dicen. 
Tiene un don. Desde pequeña. Desde que asesinaron a golpes a su madre, es capaz de ver dónde están aquellos que han desaparecido, vivos o muertos, tragando la tierra que sus pies pisaban.
Cierra los ojos, se mete un puñado de tierra en la boca y empieza a ver.
<<Acaricié la tierra que me daba ojos nuevos, visiones que solo veía yo. Sabía cuánto duele el aviso de los cuerpos robados. Acaricié la tierra, cerré el puño y levanté en mi mano la llave que abría la puerta por la que se habían ido María y tantas chicas, ellas sí hijas queridas de la carne de otra mujer. Levanté la tierra, tragué, tragué más, tragué mucho para que nacieran los ojos nuevos y pudiera ver>>.
Desde el día del entierro, su tía, a regañadientes, se hace cargo de ella y de Walter. Y no le deja que coma tierra.
Pero su maestra desaparece. Pasan los días y no vuelve. Ella aún es muy pequeña. No sabe si funcionará… Durante el recreo va al último sitio en el patio donde la recuerda, y traga la tierra que sus pies pisaron.
Siempre hay ojos que observan. Y la mandan a Dirección. Ella lleva entre sus manitas un dibujo de su maestra en el lugar donde encontrarán sus restos.
Su tía no lo aguanta más y los abandona a su suerte.
Este es el comienzo de una historia maravillosa y desgarradora a partes iguales, donde nuestra protagonista ha de descubrir cómo seguir viviendo y decidir qué hacer con el don que le ha tocado en suerte… O en desgracia.
No quiero contar mucho más. Pero me ha encantado y emocionado a partes iguales.
Seguro que a vosotros también.
SLHLT

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