< Ahora
tu marido también está muerto, Anna. Tu marido, nuestro marido. Me habría
gustado que yaciera junto a ti, pero tienes vecinos, un abogado y una señora
que enterraron hace un par de años. El abogado llevaba tiempo allí cuando
llegaste tú. Encontré una tumba libre para Georg en la calle siguiente; desde
tu tumba se ve la parte trasera de su lápida. Me decidí por la caliza, a pesar
de que el cantero me dijo que no aguantaría a la intemperie. ¿Qué mas da? No me
gusta el granito. Los mellizos habrían preferido el granito, en eso estuvieron
de acuerdo por una vez. EL granito es demasiado pesado, y nuestro Georg se
quejaba de una presión en el pecho. Seguramente deberíamos habérnoslo tomado
más en serio, pero él le quitó importancia. Primero se quejaba, y cuando
querías que te hablara de sus preocupaciones, te rechazaba. Así era Georg. >>
Hace poco que Ellinor se ha quedado viuda y decide escribirle una carta a su difunta amiga Anna. Ambas estuvieron casadas con Georg y nadie mejor que ella para entender lo que le pasa por la cabeza: setenta años a algunos les parecerán muchos, pero ella sigue viva y quiere empezar a vivir a su manera, volver a los orígenes, simplificar... Los chicos no lo entienden, pero qué más da. ¡¡Es su vida!!
Lo que empieza siendo una carta a modo de catarsis, le servirá a Ellinor para reflexionar y volver al pasado con otros ojos, con una mirada nueva que le dará el empuje que necesita para vivir el presente como ella quiera.
He de reconocer que elegí el libro por el título y su preciosa portada, pero me encontré entre sus páginas más de lo que esperaba.
Me gustan las historias de reflexión y cambios, de conseguir ser fiel a uno mismo, que se desvelan poco a poco y en las que parece que no pasa nada, pero no es cierto, lo que pasa es la vida. Si a ti también, este libro es para ti.
SLHLT
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