Dublinés es mucho más que una novela gráfica que
cuenta la vida de James Joyce. Es un
trabajo de investigación y documentación de enormes proporciones. Es un amor
por el detalle que raya en lo sublime. Es para coger a Alfonso Zapico y darle un abrazo fuerte con palmadas en la espalda,
por un soberbio trabajo.
Joyce era un
tipo muy particular, por decirlo de alguna manera. Era engreído y pagado de sí mismo,
alcohólico, putero, egoísta, caradura, derrochador y un vividor que sableaba a
sus amigos y que les daba muy mala vida a su mujer y a sus hijos. Pero también
era cultísimo, apasionado, divertido, tenía el don de la palabra y la usaba a
su antojo. Era incansable. Y un genio.
A pesar de su complicada forma de ser, sus enfermedades oculares
y su alcoholismo, Joyce fue un tipo afortunado, pues Nora siempre se mantuvo a su lado, pudo contar con sus hermanos y
amigos, muy a pesar de estos, y siempre encontró un aliado, un alma elevada, o
una mecenas que creyó en él y le ayudó en el camino.
A través de sus viñetas y multitud de anécdotas, Zapico, no solo retrata la vida de Joyce
desde su nacimiento hasta su muerte, sino que hace un recorrido por la historia
del convulso inicio del siglo XX en Irlanda y en Europa, y por algunas de los
personajes y personalidades que Joyce
se fue encontrando en su camino y en su periplo entre Dublín, París, Trieste y Zúrich,
mientras buscaba trabajos alimenticios, escribía sus novelas, se bebía todo lo
que encontraba o escapaba de sus acreedores.
Tenéis que leerlo. Os va a encantar.
SLHLT
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