viernes, 3 de agosto de 2018

Las cosas que perdimos en el fuego

Un chico sucio duerme con su madre drogadicta y embarazada al otro lado de la calle. Un día desaparece. Al poco tiempo se encuentra el cadáver de un niño en la ciudad. Pero no es él… ¿Qué le ha podido pasar?
Un verano en el pueblo y dos amigas adolescentes tratan de vengarse de la ex novia del padre de una de ellas, que regenta una hostería. Pero ese lugar no siempre fue una casa de huéspedes y puede que entre sus paredes guarde vestigios de otros tiempos…
Una estudiante que se arranca las uñas y las pestañas sin un motivo aparente y otra que, tratando de ayudarla y de comprender qué le pasa, abre una puerta que jamás debió cruzar.
Una pareja se muda a un piso nuevo con su gato. Tiene una hermosa terraza, desde la que se ve parte del patio del vecino. En él hay una cadena. ¿Es un pie lo que se ve atado a ella?
Adela, una amiga de la infancia, a la que le faltaba un brazo y con la que pasaban dos hermanos los largos veranos, desapareció el día que decidieron entrar en una casa abandonada. ¿Qué fue lo que pasó?
Una fiscal trata de llevar ante la justicia a unos policías que han hecho desaparecer a dos chicos tirándolos desde un puente, en el transcurso de la investigación se encontrará con que las aguas de ese río esconden algo más que los cadáveres de los chicos.
Estos y otros seis relatos más forman Las cosas que perdimos en el fuego.
Aunque se trata de historias cortas, Mariana Enríquez, es capaz de generar la atmósfera adecuada para transmitir terror en cada una de ellas. Son relatos perturbadores e inquietantes que hacen que enciendas la luz del pasillo cuando te vas a dormir por las noches.

El que más me ha gustado ha sido el último y que le da nombre al libro. No quiero desvelaros nada. Pero os aseguro que es más que singular y que os hará pensar.
SLHLT

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