jueves, 23 de abril de 2020

Los libros de mi vida

Hace dos años tuve la suerte de trabajar con Raquel Friera. Mi amiga me contaba, en días como estos pero con mucho más calor de aula, que para el Día del Libro iba a hacer con sus grupos un cronomapa literario. Esto consistía en que cada uno de los chicos crearía una especie de estación. En ella, sobre una hoja de papel, tendrían que colgar o pegar dibujos, textos, fotos, o cualquier otra cosa que los representara literariamente. Y así, cada estación contendría en esas cinco imágenes o textos, los gustos e influencias de cada uno de ellos.
Pero ahí no acababa la cosa. Una vez colocado en la pared, desde una estación a otra, lanzarían hilos con los referentes literarios que conectaban a toda la clase. De esa manera verían qué los unía y se animarían a leer lo que le gustaba a los demás. Tras una puesta en común grupal, una foto de familia final dejaría para la posteridad testimonio de quiénes eran y qué leían en 2018.
Como siempre, mi amiga había reservado un hueco para mi estación en 3ºC, mi tutoría.
Raquel siempre habla con emoción de lo que hace y da gusto escucharla. Por eso, cuando llegué a casa, me puse a preparar mi estación. 
Yo soy profe de Tecnología y esas semanas había enseñado a mis chicos de 3º a hacer infografías. Así que: ¿por qué no hacer una? En cuanto la tuve lista se la mandé a Raquel. Y como le gustó, decidimos convertirlo en  un proyecto interdisciplinar.
¿Qué ocurrió? Que, como tantas veces nos pasa a los profes, la burocracia, las reuniones, la temporalización, el temario… Hicieron que este proyecto no se pudiera llevar a cabo. Pero yo aún conservo mi estación, que es lo que quiero compartir con vosotros en este 23 de abril confinado.
Seguramente, en otro momento y para otro público, los libros elegidos serían diferentes, pero estos son parte imprescindible de mi vida. Recuerdo cómo me marcaron y lo que sentí al leerlos. Decía Heráclito que el hombre no puede bañarse dos veces en el mismo río, y yo digo, que tampoco vuelves a ser la misma persona después de haber leído algunos libros. Mi estación está llena de esos libros.

Leí Momo en la infancia, cuando iba al colegio. Para una niña como yo, la valentía de Momo y sus amigos frente a los hombres grises y el inexorable robo del tiempo, fue una verdadera revelación. En cada releer le encontraba nuevos significados, y muchos años después Beppo, el barrendero sigue susurrándome al oído: "Paso, inspiración, barrida".
No sé la de veces que mi prima y yo leímos Lo que el viento se llevó. Recuerdo que era una edición barata en dos tomos, de esas que se coleccionaban con los periódicos, y que mientras una estaba con uno de ellos la otra estaba con el otro. Margaret Mirchell fue una escritora maravillosa, adelantada en su tiempo, que puso en valor la lucha y el esfuerzo de las mujeres en un mundo que se reconstruía y cambiaba para siempre. Y la verdadera historia de amor que habita entre sus páginas no es la de Escarlata y Ashley (un hombre que nunca estuvo a su altura) o la de Escarlata y Rhet (con quien habría podido ser feliz), sino la de Escarlata y Melania: dos mujeres que, a pesar de sus diferencias (más de forma que de fondo), encontraron en el apoyo mutuo la fuerza necesaria para poder sobrevivir al peor de los momentos.
Y, como curiosidad, nuestra preciosa perrita, Tara, debe su nombre a la tierra roja que tanto amaba Escarlata O'Hara.

Matar a un ruiseñor me descubrió a a Atticus Finch: el padre que yo habría querido tener. Valiente, bueno, justo, consecuente... Dejaba que Scout fuese como ella quisiera y la quería y cuidaba igualmente.
<<Uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida de antemano, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final pase lo que pase. Uno vence raras veces, pero alguna vez vence>>.
Márquez llegué con 16 años y el mundo dejó de ser el mismo. Quizás también la adolescencia y la intensidad asociada a ella ayudaron, no lo niego, pero ya no me valían las cosas descafeinadas ni superficiales En mi fuero interno yo quería saborear y ser saboreada, oler y ser olida, tocar y ser tocada. ¡¡¡Quería vivir y dejar huella!! 
A la Pardo Bazán la descubrí más tarde, en la veintena, en uno de los peores momentos de mi vida. Su narración preclara y la descripción cruda y sin eufemismos de la realidad y la debilidad humanas, me golpearon de frente. Desde ese momento no he podido dejar de admirarla. Y, cuanto más la conozco, más grande se hace a mis ojos. Es uno de esos casos en los que ella, Emilia, la persona, es mucho más que su obra, aun siendo esta sublime, maravillosa y descomunal.
Los habituales del blog sabéis que no soy muy dada a las confidencias, pero hoy me he vuelto loca. Será el confinamiento.
¡Feliz Día del Libro! 
¡Leed siempre!
SLHLT

5 comentarios:

  1. Compartes confidencias y compartimos vivencias lectoras. Beppo también lleva junto a mí toda la vida, Márquez ha sido un refugio donde acudir una y cien veces y a Pardo Bazán no deja se admirarla, cada día más. Las otras dos, solo la peli y en el caso de Lo que el viento se llevó, se me hizo pesadísima.
    MA-RA-VI-LLO-SA idea la de la otra Raquel.
    Voy a leer. Por fin parece que he dado con una lectura que ha roto el bloqueo del confinamiento. La última de Isabel Allende. Mira, La casa de los espíritus quizá fuese uno de mis seleccionados. No lo sé. Difícil tarea esta. Gracias por compartirlo ��

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    1. Gracias, Inés.
      Me alegro que hayas conseguido superar el bloqueo del confinamiento. Lo que queda se te hará más fácil.
      Ojalá pronto nos podamos dar un abrazo de los nuestros.

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  2. No dejo de admirarla. No sé qué ha hecho el corrector

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  3. Me parece que el proyecto de tu compañera es top,eso lo primero. Y lo segundo es que, aunque no compartas muchas confidencias, este blog es precioso. Quizá más para mí porque compartir lecturas contigo durante muchos años, y las disfruté muchísimo. Me descubriste muchos libros y yo espero haberte descubierto alguno también, incluso te descubrí el final de uno y sigo viva, jejejeje! MUAC!!!

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    1. Muchas gracias.
      Aquí seguiremos, descubriéndonos libros e historias mutuamente.
      Un beso grande.

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