Hace un
año estaba escribiendo una entrada similar a esta y nunca, ni en el más
esperpéntico de mis augurios, habría imaginado que el año que estrenábamos iba
a ser tan complicado.
El confinamiento y las pandemias mundiales solo tenían cabida, para mí, en los libros de historia, la literatura distópica, las novelas apocalípticas y las series de zombis. Los estados de alarma y los toques de queda traían a mi mente lecturas durísimas de nuestro pasado reciente y de las dictaduras militares argentina y chilena.
Por suerte, la realidad, aunque terrible, también trajo los aplausos a las ocho, la repostería casera, los vermuts virtuales, los maratones de series, la comunicación en la distancia con los que estaban lejos, y el aprender a convivir con los que estaban cerca, la responsabilidad colectiva y la profesionalidad de los que parecían invisibles, para que los demás siguiéramos viviendo casi como antes.
Unos no conseguíamos concentrarnos, abandonábamos un libro tras otro y tardamos semanas en volver a disfrutarlos y a permitir que actuaran de linimento para las contracturas del alma; pero otros, que hacía años que no leían, volvieron a encontrar alivio, entretenimiento, pasión, aventura y calor entre las páginas. Y hasta las visitas a este blog se dispararon en el mes de abril.
Me quedo con esto: con los libros y con el germen de lo que podríamos llegar a ser si quisiéramos...
Y con el pan casero, claro.
A este balance lector de 2020 le faltan unas cuantas reseñas que espero ir compartiendo con vosotros a lo largo del mes de enero, pero en algún momento hay que poner el punto y seguido. Por lo tanto, hasta el día de hoy, han sido 49 los libros que he querido compartir con vosotros, 32 de los cuales escritos por mujeres (#leoautoras). Narrativa, novela gráfica y ensayo. Este año no ha habido poesía y es algo que trataré de remediar en 2021.
Si algo
he de agradecer a 2020 es que ha sido el año en el que descubrí autoras de
enorme talento: Pilar Quintana, Maria José Ferrada, Olga Tokarczuk, Claire
Fuller, Inès Cagnati, Elif Shafak, Dolores Reyes, Marina Perezagua y la
maravillosa Irene Solá. Y suyas son las mejores lecturas del año:
- Canto yo y la montaña baila, por la magia.
- Génie la loca, por la ternura y por el amor.
- Sobre los huesos de los muertos, por la singularidad, la defensa a ultranza de
la naturaleza y los personajes inolvidables.
- Mis últimos 10 minutos y 38 segundos en este extraño mundo, por mostrar que hay belleza donde menos te lo esperas y por poner en valor la vida de los olvidados.
De la lista de abandonos he indultado a muchos libros este año. Todos los que merecían más atención y tiempo por mi parte y aquellos con los me encontré en el lugar y el momento inadecuados, han sido puestos en libertad sin fianza a la espera de una nueva oportunidad.
Pero hay
tres que por diversos motivos (aburrimiento, una malísima traducción que
estropea la lectura o mucho bombo publicitario y luego ni chicha ni limoná)
han sido abandonados para siempre, juzgados y condenados. Por sus portadas los reconoceréis:
¡Feliz 2021!
SLHLT
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