martes, 28 de octubre de 2025

Vamos a comprar un poeta

<< Hoy he comido treinta gramos de espinacas, el kilo cuesta dos euros treinta, echando cuentas se necesitan treinta céntimos al día para tener algo de vitamina K, son un estudio. Mi padre ejerció veinte gramos de fuerza en la puerta de la cocina y dijo muy alto, antes de dejarnos en la cara uno o dos miligramos de saliva, o besos, si nos ponemos poéticos: crecimiento y prosperidad.

Yo le pagué con la misma moneda.

Dicen que es bueno intercambiar afectos, une a las personas y crea una especie de beneficio que, pese a no ser de calidad, puesto que no es material ni puede reducirse a cifras ni deducirse en los impuestos ni generar ingresos, hay quienes creen -es cuestión de fe- que puede aportar dividendos.

Mi padre dice que son fantasmas, cosas que no existen, materia inmaterial, pero hay estudios que sostienen la teoría de que depositar unos mililitros de saliva en el pómulo de otra persona, por extraño y grotesco que parezca, genera beneficios.

Pómulo viene del latín pomulum, que quiere decir “manzanita”, lo que resulta extraño e incomprensible, puesto que está demostrado más allá de toda duda que no tenemos manzanas en la cara; todo el mundo sabe que nacen en los hipermercados, o por lo menos que allí se recogen para asegurar la salud y la nutrición más elemental. >>

En una sociedad donde todo se mide, se pesa y se monetiza, una familia decide comprar un poeta. No por amor al arte, sino porque es más limpio y barato que un pintor.

Así empieza esta distopía amable y punzante, narrada por una adolescente que vive rodeada de números, patrocinios y afectos en gramos.

El poeta, con sus versos y su mirada rara, se convierte abrirá un resquicio por el que se empezará a colar la belleza, el desconcierto y, sobre todo, la posibilidad de vivir de otra manera.

Estáis ante una fábula tierna y filosófica, que se lee en una tarde, pero se queda latiendo mucho después. El poeta no impone ni sermonea: simplemente está, escribe, observa y, sin pretenderlo, transforma.

Poco a poco, cada miembro de la familia empieza a cambiar, a cuestionar, a sentir. Incluso el lenguaje se vuelve más humano, más redondo y más cálido a medida que el poeta se instala en la casa. Y en el corazón de la protagonista.

Este libro ha sido toda una sorpresa.

¡Tenéis que leerlo!

SLHLT

 

martes, 21 de octubre de 2025

La casa

En esta tercera entrega de la saga Blackwater, la casa de Elinor y Óscar se convierte en un personaje más: testigo silencioso de los secretos, las tensiones y los miedos que se filtran entre las grietas.

La guerra entre Mary Love y Elinor alcanza cotas insospechadas, y las hijas del matrimonio, Miriam y Frances, encarnan dos formas muy diferentes de crecer bajo la enemistad entre las dos mujeres más importantes de sus vidas.

McDowell acelera el ritmo y nos regala escenas que rozan lo sobrenatural, lo absurdo y lo profundamente humano. Elinor sigue siendo un enigma fascinante, y Óscar… bueno, Óscar sigue siendo Óscar: un adulto con alma de niño, atrapado entre dos mujeres que lo manejan como quieren.

La atmósfera de este capítulo es más oscura que en los anteriores, y el terror psicológico se cuela en cada página. Hay momentos que dan miedo de verdad, de ese que te obliga a cerrar el libro y respirar hondo. Pero también hay ternura, evolución y una narrativa que no suelta.

Sin ninguna duda, el siguiente caerá pronto.

SLHLT

lunes, 13 de octubre de 2025

9 años y un día

 

Hoy hace nueve años y un día que nació este blog. Nueve años y un día de lecturas, reseñas y descubrimientos. Sé que suena a condena, y no puedo negar que en algún momento me lo ha parecido, pues mantener vivo un blog durante casi una década no ha sido tarea fácil: a veces lo he asumido como una obligación autoimpuesta, mientras que en otras ocasiones resultó ser una necesidad vital.

A lo largo de estos nueve años mi vida ha cambiado mucho, yo he cambiado aún más, y también lo han hecho mis lecturas. Hoy leo mayoritariamente autoras, salgo con frecuencia de mi zona de confort y me dejo sorprender por voces que antes no conocía, y que ahora forman parte de mi universo lector: Violaine Bérot, Agustina Bazterrica, Mia Couto, Cristina Sánchez-Andrade, Irene Cuevas, Silvana Vogt, Virginia Higa, María Fernanda Ampuero, Gloria Naylor, Dorothy Allison, Salomé Esper, Ana Paula Maia o Miriam Toews, entre otras.

Las estadísticas del blog me recuerdan que en este tiempo he publicado 459 reseñas y que, aunque no es lo más importante, hemos recibido más de 120.000 visitas, lo que me hace pensar que hay gente por ahí fuera con ganas de leer, y eso siempre reconforta.

A lo largo de los años este blog ha sido testigo de mis entusiasmos, mis bloqueos, mis obsesiones y mis descubrimientos. Y aunque no sé lo que nos deparará el futuro ni al blog ni a mí, hoy celebro con entusiasmo que seguimos existiendo y que seguimos leyendo y compartiendo lecturas.

Gracias por acompañarme en el viaje.

Seguiré leyéndolos todos… O intentándolo.

SLHLT

martes, 7 de octubre de 2025

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

 << Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años. Era bajita y gorda, tonta y fea. Era la madre más inútil que haya existido jamás. Yo la miraba desde la ventana mientras ella esperaba junto a la puerta de la escuela como una pordiosera. La habría matado con medio pensamiento. Junto a mí, silenciosos y asustados, desfilaban los padres. Un triste hatajo de perlas falsas y corbatas baratas, venido a recoger a sus hijos defectuosos, escondidos de los ojos de la gente. Al menos ellos se habían tomado la molestia de subir. A mi madre yo le importaba un pimiento, al igual que el hecho de que hubiera conseguido terminar unos estudios. >>

Así comienza El verano que mi madre tuvo los ojos verdes. Una historia que te deja sin aire desde la primera frase, y no te lo devuelve hasta mucho después de haberla terminado.

Aleksy, un joven pintor con un pasado roto y un presente bloqueado. acepta a regañadientes pasar un último verano con su madre enferma en un pueblo francés. Lo que comienza como una tregua forzada entre dos enemigos íntimos, se convierte, poco a poco, en una historia de redención.

La narración, lírica y a veces brutal, nos mete en la cabeza de un hijo que odia con intensidad, pero que también ama con una ternura que no sabe nombrar. La pérdida de su hermana, el rechazo materno, la enfermedad terminal... Todo se mezcla en un verano en el que la cercanía de la muerte abre grietas por donde se cuela el perdón, la comprensión y el amor.

Es de esos libros que te dejan sin palabras, que te obligan a pararte a respirar. Que duele, pero que también cura. Porque a veces, solo el amor, aunque llegue tarde, aunque llegue roto, puede salvarnos.

Me ha gustado muchísimo.

SLHLT