El segundo alguien es Lorenzo Manfredini, un joven italiano que
vive en Piazza Vittorio, se hacía llamar el
Gladiador, mea en el ascensor y no le cae bien a nadie del edificio.
No se sabe quién ha podido ser el primer alguien, pero Amedeo ha
desaparecido y todas sospechas parecen caer sobre él, aunque ninguno de sus
vecinos cree que sea culpable. Todos quieren a Amedeo, un hombre bueno con un
pasado del que no habla y que le produce un úlcera en el recuerdo: desde
Benedetta, la portera xenófoba napolitana, hasta María Cristina, la cuidadora
peruana, que todos creen filipina; pasando por Iqbal, el bengalí que regenta la
tienda de ultramarinos y por su gran amigo Parviz, el refugiado iraní que odia
la pizza y da de comer a las palomas.
Lo importante de este libro no es quién ha asesinado a
Manfredini ni por qué. La piedra angular del mismo es “la verdad”: la verdad de
cada uno de los personajes que lo habitan y que el autor nos muestra capítulo a
capítulo. Esa verdad que afrontan como pueden en un barrio de Roma donde todos
tienen su hueco, pero en el que, en el fondo, todos se sientes solos y extranjeros.
Entre verdad y verdad, Amedeo nos va desgranando su vida y sus
recuerdos que, cual loba capitolina, en ocasiones lo cuidan y amamantan, pero en
otras lo muerden y devoran. Ante ese pasado que le oprime el alma solo hay un
remedio: Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu…
Es un libro estupendo. Con un sentido del humor delicioso, el autor
nos cuenta grandes tragedias cotidianas y nos obliga a ponernos en la piel de
todos y cada uno de los personajes. ¡¡Me ha gustado muchísimo!!
Lo tenéis que leer. No hay excusa posible: es corto,
fácil y la edición de Hoja de Lata es preciosa. ¡Os va a encantar!
SLHLT
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