Vitoria. Febrero de 2008. Amelia Zabaleta ha muerto y tras el
entierro se dará lectura al testamento. Allí, en el despacho del notario, no
sólo se encuentran su única hija, su yerno y su nieto, sino también Felisa, su
ama de llaves, y Salvador, el antiguo chófer de la familia.
Además de una
cierta suma para obras de caridad, Amelia deja una buena cantidad de dinero a
sus antiguos sirvientes y les cede su casa mientras vivan. Sólo tras su muerte
esa propiedad pasará a manos de sus herederos.
Pero esta no es la única sorpresa que ha dejado Amelia. El resto
de su fortuna pasará a manos de sus hijos. No hija, sino hijos, en plural. Este
fue el gran secreto de su vida: Elvira tiene un hermano mayor del que no sabía
nada: Miguel, nacido el 9 de junio de 1936, hijo de su madre y de un tal José
Aurra.
Para poder acceder a la herencia tendrán que encontrarlo.
Así es como Jon, “Jontxu,
el del kiosko” entra en escena. Este investigador privado de medio pelo
será el encargado de encontrar a Miguel. Pero un trabajo aparentemente
sencillo cambiará su vida y se convertirá en una apasionante historia que obliga a Jon a bucear en
aquella Vitoria del 36 donde no hubo guerra, pero en la que “aquello” sacó lo más vil de mucha gente
y por lo que otros pagaron las consecuencias.
“Ahora nos acusa de ser culpables por olvidar que el papel de la mujer es el hogar, no las algaradas callejeras, y por haber parido cachorros de lobo con los enemigos de la Iglesia. Yo nunca he estado en una algarada y mi niño no es un animal. Aquí los lobos son él y las monjas; nosotras sólo somos unas pobres ovejas… Me mira a mí, sé que me está mirando aunque tengo la cabeza gacha, siempre la tengo, es la única forma de que no se me note el miedo que siento en todo momento.”
Lo que más me ha gustado de este libro es la parte en la que se
inserta la historia de Amelia contada en primera persona. Esa mujer valiente es
traicionada por la vida y por la envidia y la mala entraña de aquellos que la
acusaron en falso por el simple hecho poder hacerlo. Una mujer que hizo todo lo
necesario para sobrevivir y proteger a los suyos en una España de posguerra que
en muchos lugares fue lo más parecido al infierno que os podáis imaginar. Una
época que estuvimos obligados a olvidar y que hace mucha falta recordar.
La parte de la investigación, sin ser nada excepcional, está bien. El estilo es sencillo y fácil de leer.
SLHLT
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