<< Mentiría
si dijera que nunca he sentido placer cuando a mi madre le ocurre una
desgracia.
Sufrí por su culpa siendo una niña. Y todos los males que la
asolaron después me parecieron una especie de redención, un reequilibrio del universo
destinado a restaurar el orden racional de causa y efecto.
Pero ahora no puedo igualar el marcador entre nosotras.
La razón es simple: mi madre está perdiendo la memoria y no hay
nada que yo pueda hacer para remediarlo. No hay forma de que se acuerde de todo
lo que hizo en el pasado, no hay forma de ahogarla en la culpa. Antes, sacaba a
colación ejemplos de su crueldad, como si nada, mientras tomábamos el té y veía
contraerse su rostro. Ahora, casi no es capaz de recordar las cosas de las que
le hablo; tiene la mirada perdida, perpetuamente alegre. Cualquiera que esté
presente me aprieta la mano y susurra: “Déjalo ya. No se acuerda, pobrecilla”.
La compasión que despierta en los demás me produce acidez.
>>
A través
de Antara y su madre, que está empezando a perder la memoria, la autora trata temas
que aún hoy, en pleno siglo XXI, son un poco tabú: no todas las mujeres quieren
ser madres y, no todas las que lo son están dispuestas a las renuncias que, por
desgracia, supone tener hijos. ¿Tiene consecuencias ser una madre diferente y
no cumplir con lo que se espera de ti? ¿Has de renunciar a tus deseos y poner
por delante los de tu hija? ¿Qué ocurre si no quieres a tus hijos como se
espera de ti?
Esta es una novela diferente e intensa, en la que vas cambiando de bando una y otra vez a medida que transcurre la historia y se desvelan los recuerdos.
El final es magnífico.
No te dejará indiferente.
SLHLT
Esta me rompió el corazón. Aún me estoy recuperando. Tan real como la vida misma.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente.
EliminarEs un libro diferente y duro, que te hace ver las cosas desde muchos ángulos diferentes y que te duele por dentro.